jueves, 31 de diciembre de 2009

Lope de Vega

Desmayarse

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso:


no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso:

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño:

creer que el cielo en un infierno cabe;
dar la vida y el alma a un desengaño,
¡esto es amor! quien lo probó lo sabe.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Emily Dickinson



El alma elige su íntima sociedad

luego– cierra la puerta–
a su divina mayoría–
que ya no está presente–
imperturbable –advierte los carruajes– deteniéndose
en su pequeño portón–
–un emperador está arrodillado–
sobre su alfombra–
la conocí –por provenir de una gran nación–
elige una–
luego –cierra las válvulas de su atención–
como piedra–.


(Traducción: Silvina Ocampo)

lunes, 7 de diciembre de 2009

Katie Melua



Lo más cercano a la locura


Cómo puedo pensar que estoy de pie soportando tanto,
Aún cuando siento aire debajo de mis pies ?
Cómo la felicidad se puede sentir tan mal ?
Cómo la desgracia se puede sentir tan dulce ?
Cómo puedes tu dejarme mirarte dormir,
Y después destrozar mis sueños de la manera que lo haces ?
Cómo puedo tenerte tan profundo dentro de mi ?
Por qué me habré enamorado de ti ?

Esto es lo más cercano a la locura de lo que alguna vez estuve,
Sintiéndome de veintidós y actuando como de diecisiete,
Esto es lo más próximo a la locura de lo que alguna vez conocí,
Yo nunca estuve loca por mi misma
Y ahora sé que hay un vínculo entre los dos,
Estando cerca de la locura y estando cerca de vos.

Cómo puedes tu protegerme de la caída,
Y entonces amortiguar mi golpe con mentiras cariñosas ?
Es tan fácil romper un corazón,
Es tan fácil cerrar tus ojos,
Cómo puedes tratarme como a un niño,
Incluso como a un niño que suspira por ti ?
Cómo alguien se puede sentir tan alborotado
Cómo alguien se puede sentir tan triste...

... estando cerca de vos
... estando cerca de vos

lunes, 30 de noviembre de 2009

William Blake


El tigre


Tigre, tigre, que te enciendes en luz

por los bosques de la noche

¿qué mano inmortal, qué ojo

pudo idear tu terrible simetría?


¿En qué profundidades distantes,

en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?

¿Con qué alas osó elevarse?

¿Qué mano osó tomar ese fuego?


¿Y qué hombro, y qué arte

pudo tejer la nervadura de tu corazón?

Y al comenzar los latidos de tu corazón,

¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?


¿Qué martillo? ¿Qué cadena?

¿En qué horno se templó tu cerebro?

¿En qué yunque?

¿Qué tremendas garras osaron

sus mortales terrores dominar?


Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas

y bañaron los cielos con sus lágrimas

¿sonrió al ver su obra?

¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?


Tigre, tigre, que te enciendes en luz,

por los bosques de la noche

¿qué mano inmortal, qué ojo

osó idear tu terrible simetría?

viernes, 20 de noviembre de 2009

Alejandro Dolina

"Sólo existe el amor. Las otras cosas nobles apenas sirven para dignificarlo. Algunas personas jamás lo encuentran. Para otros es apenas una estrella fugaz que ilumina un año, un mes, una semana o un día en sus vidas. Pero ese destello efímero da significado a la existencia toda. Bienaventurado el que puede sentir en su carne y en su espíritu el fuego de esa chispa".

lunes, 16 de noviembre de 2009

Evaristo Carriego

El camino de nuestra casa

Nos eres familiar como una cosa
que fuese nuestra, solamente nuestra;
familiar en las calles, en los árboles
que bordean la acera,
en la alegría bulliciosa y loca
de los muchachos, en las caras
de los viejos amigos,
en las historias íntimas que andan
de boca en boca por el barrio
y en la monotonía dolorida
del quejoso organillo
que tanto gusta oír nuestra vecina,
la de los ojos tristes ...
Te queremos
con un cariño antiguo y silencioso,
¡caminito de nuestra casa! ¡Vieras
con qué cariño te queremos!
¡Todo
lo que nos haces recordar!
Tus piedras
parece que guardasen secreto
el rumor de los pasos familiares
que se apagaron hace tiempo ... Aquello
que ya no escuchamos a la hora
habitual del regreso.
Caminito
de nuestra casa, eres
como un rostro querido
que hubiéramos besado muchas veces:
¡tanto te conocemos!

Todas las tardes, por la misma calle,
miramos con mirar sereno
la misma escena alegre o melancólica,
la misma gente ... Y siempre la muchacha,
modesta y pensativa, que hemos visto
envejecer sin novio ... ¡resignada!
De cuando en cuando caras nuevas,
desconocidas, serias o sonrientes,
que nos miran pasar desde la puerta.
Y aquellas otras que desaparecen
poco a poco en silencio,
las que se van del barrio o de la vida,
sin despedirse.
¡Oh, los vecinos
que no nos darán más los buenos días!
Pensar que alguna vez nosotros
también por nuestro lado nos iremos,
quién sabe dónde, silenciosamente,
como se fueron ellos ...

(dedicado a mi abuela Divina, a Doña Lucía y a Doña Sofía)

domingo, 8 de noviembre de 2009

Pedro Salinas

Sí, por detrás de las gentes

Te busco.
No en tu nombre, si lo dicen,
no en tu imagen, si la pintan.
Detrás, detrás, más allá.
Por detrás de ti te busco.

No en tu espejo, no en tu letra,
ni en tu alma.
Detrás, más allá.
También detrás, más atrás

de mí te busco. No eres
lo que yo siento de ti.
No eres
lo que me está palpitando
con sangre mía en las venas,
sin ser yo.
Detrás, más allá te busco.
Por encontrarte, dejar

de vivir en ti, en mí,
y en los otros.
Vivir ya detrás de todo,
al otro lado de todo
-por encontrarte-
como si fuese morir.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Félix Luna


Juana Azurduy

Juana Azurduy,
flor del Alto Perú:
no hay otro capitán
más valiente que tú.
Oigo tu voz

más allá de Jujuy
y tu galope audaz,
Doña Juana Azurduy.
Me enamora la patria en agraz,

desvelada, recorro su faz;
el español no pasará
con mujeres tendrá que pelear.
Juana Azurduy,

flor del Alto Perú,
no hay otro capitán
más valiente que tú.
Truena el cañón,
préstame tu fusil
que la revolución
viene oliendo a jazmín.
Tierra del sol

en el Alto Perú,
el eco nombra aún
a Tupac Amaru.
Tierra en armas que se hace mujer,

amazona de la libertad.
Quiero formar
en tu escuadrón
y al clarín de tu voz
atacar.
(retrato de Juana Azurduy realizado por el artista plástico Guillermo Roux, para la reedición del libro: "Juana Azurduy" de Pacho O'Donnell)

lunes, 2 de noviembre de 2009

W. H. Auden

« Oh, dime la verdad sobre el amor »

Unos dicen que Amor es un niñito

Y otros dicen que un ave,

Unos dicen que hace girar el mundo

Y otros que no se sabe,

Y cuando fui a charlar con mi vecino

Por ver si estaba al tanto,

Su indignada mujer me echó de casa

Con un grito de espanto.

¿ Tiene aspecto de bata o de pijama,

O de jamón secándose en un bar ?

¿ Diríamos que huele a piel de llama

O desprende un olor a bienestar ?

¿ Tiene el tacto punzante de un espino

O bien la suavidad de un almohadón ?

Si repasas el borde, ¿ es grueso o fino ?

Oh, dime la verdad sobre el amor.

Nuestros libros de historia lo mencionan

En glosas enigmáticas,

Y es un tema que está de moda en

Las líneas trasatlánticas;

Lo he visto mencionado con frecuencia

En notas de suicidas,

Y hasta aparece escrito en las solapas

De guías eruditas.

¿ Se lamenta como un mastín famélico

O retumba cual banda militar ?

¿ Es posible seguir su ritmo bélico

Con un piano y un taco de billar ?

¿ Es el cantante, el alma de la fiesta ?

¿ Sólo clásica escucha con ardor ?

Si uno pide silencio, ¿ se molesta ?

Oh, dime la verdad sobre el amor.

Miré en el interior de la glorieta,

Allí no había nada.

Opté por intentarlo río arriba

Y también en la rada.

No sé qué dijo el mirlo con su trino

Ni qué contó el rosal;

Mas no estaba debajo de la cama

Ni estaba en el corral.

¿ Sabe poner mil caras sorprendentes ?

¿ Se marea al montarse en un tiovivo ?

¿ Se la pasa apostando eternamente

O chascando los dedos sin motivo ?

¿ Sus juicios del dinero son fundados ?

¿ Piensa que el patriotismo es un valor ?

¿ Cuenta chistes vulgares e inspirados ?

Oh, dime la verdad sobre el amor.

Cuando llegue, ¿ vendrá sin avisar

Mientras estoy hurgándome el oído ?

¿ Sabrá pedir permiso antes de entrar

O verterá su copa en mi vestido ?

¿ Veré cambiar el clima en su presencia ?

Su saludo, ¿ dará frío o calor ?

¿ Será un cambio total en mi existencia ?

Oh, dime la verdad sobre el amor.


(Enero 1938)

domingo, 1 de noviembre de 2009

Quino (Joaquín Lavado)

Mafalda (n.29 Sept.'64)


Homenaje a Mafalda en el barrio de San Telmo, esquina de Chile y Defensa. Fue realizada por el artista plástico Pablo Irrgang. Además, hay una placa en Chile 371, donde fue el domicilio de Quino, con la leyenda: "En esta casa «vivió» Mafalda".























sábado, 31 de octubre de 2009

Shel Silverstein

Miedo

Bernabé Brandsen
tenía miedo de ahogarse.
Por eso nunca nadaba
nunca remaba
ni se bañaba.
Lo único que hacía
de noche y de día
era quedarse sentado
con la puerta bien cerrada,
temblando como una hoja,
con las ventanas tapiadas
por si venía una ola.
Y tanto lloró
que el cuarto se inundó
y se ahogó.

Peteco Carabajal

Como pájaros en el aire

Las manos de mi madre parecen pájaros en el aire,
historias de cocina entre sus alas heridas de hambre.
Las manos de mi madre saben qué ocurre por las mañanas,
cuando amasan la vida, horno de barro, pan de esperanza.

Las manos de mi madre llegan al patio desde temprano,
todo se vuelve fiesta cuando ellas juegan junto a otros pájaros;
junto a los pájaros que aman la vida
y la construyen con los trabajos,
arde la leña, harina y barro,
lo cotidiano se vuelve mágico,
se vuelve mágico.

Las manos de mi madre me representan un cielo abierto,
un recuerdo añorado, trapos calientes en los inviernos.

ellas se brindan cálidas, nobles, sinceras, limpias de todo
¿Cómo serán las manos del que las mueve gracias al odio?

viernes, 30 de octubre de 2009

Robert Desnos

Cuento de hadas
Había una vez ( y fueron tantas veces )
un hombre que adoraba a una mujer.
Había una vez ( la vez fue muchas veces )
que una mujer a un hombre idolatraba.
Había una vez ( lo fue muchas más veces )
una mujer y un hombre que no amaban
a aquel o aquella que los adoraban.

Había una vez ( tal vez sólo una vez )
una mujer y un hombre que se amaban.




Robert Desnos fue un poeta surrealista francés nacido el 4/7/1900 en París y muerto en el Campo de Concentración de Theresienstadt el 8/6/1945.
Poeta dadaísta, joven médium surrealista, autor de producción feraz, polemista, detractor —ya desde de 1927— de la precaria alianza de Breton con el Partido Comunista. Fue además crítico de cine, periodista y locutor de radio.
A partir de 1942, formó parte de un grupo de resistencia al ocupante alemán. En febrero de 1944 fue arrestado por la Gestapo en su domicilio de la Rue de Seine. Entonces comenzó para el poeta un atroz peregrinaje a través de prisiones y campos de trabajo forzado desde Francia hasta Checoslovaquia. Robert Desnos murió de enfermedad y agotamiento el 8 de junio de 1945 en el campo de concentración de Theresienstadt, que acababa de ser liberado por las fuerzas aliadas.

Eduardo Gudiño Kieffer


Ciervo
No te sorprendas cuando encuentres al ciervo en el jardín. El ciervo es asustadizo y tu propia sorpresa puede espantarlo. Sé suave, sé silencioso, sé gentil. Cuando lo veas (será sin duda en un atardecer ocre y rojizo, con nubes como catedrales y rumor de órgano entre los eucaliptos), cuando lo veas, decía, debes simular que no te parece nada extraordinario. Un ciervo en el jardín es la cosa más natural del mundo. Con las manos en los bolsillos caminaras por los senderos de grava, sintiéndola crujir bajo tus pies. Te detendrás junto a las rosas amarillas, pero no cortarás ni una (el menor indicio de crimen puede asustar al ciervo). Cuando estés cerca, muy cerca de él podrás sonreír y extender dulcemente la mano. Los ijares del ciervo temblarán y no tendrás más remedio que volver la mano al bolsillo y dar la espalda al animal, estudiando atentamente el ir y venir de las hormigas por ese caminito que conoces de memoria. El ciervo tiene miedo, un miedo que él mismo ignora pero que desborda de sus tiernos ojos húmedos. Es el mismo miedo que estás sintiendo ya, como unos terribles dedos cariñosos acariciándote la nuca, como unos brazos amantes ciñéndote, como unos labios cálidos posándose en tus hombros y en tu columna vertebral. ¡Mira a las pobres hormigas afanándose locamente por mover un liviano pétalo de rosa! Ahora sabes que el ciervo ya no está. Trata de caminar. Prueba. Verás que lindo es saltar sobre tus cuatro patas ágiles, qué lindo es mirarse en los estanques y descubrirse un gracioso hocico negro y dos grandes ojos tristes y una profusa cornamenta. A lo lejos oirás el cuerno de caza y el furioso ladrar de la jauría. Entonces deberás huir, llevándote contigo al miedo: amado, detestado y perpetuo inquilino.


Macedonio Fernández

Cuadernos de todo y nada
- Mujer, ¿cuánto te ha costado esta espumadera?
- 1,90.
- ¿Cómo, tanto? ¡Pero es una barbaridad!
- Sí; es que los agujeros están carísimos. Con esto de la guerra se aprovechan de todo.
- ¡Pues la hubieras comprado sin ellos!
- Pero entonces sería un cucharón y ya no serviría para espumar.
- No importa; no hay que pagar de más. Son artificios del mercado de agujeros.

lunes, 19 de octubre de 2009

Nâzim Hikmet

Dos amores

En un corazón no caben dos amores
mentira
puede ser.

En la ciudad de las lluvias frías
es de noche y estoy tumbado en la
habitación de un hotel
mis ojos están clavados en lo alto
pasan nubes por el techo
pesadas como los camiones que corren por el asfalto
húmedo
y a la derecha a lo lejos
una construcción blanca
tal vez de cien pisos
en lo alto brilla una aguja de oro.
Pasan nubes por el techo
nubes cargadas de soles como caiques de sandías.
Me siento en el alféizar de la ventana
el reflejo del agua acaricia mi rostro
¿estoy a la orilla de un río
o a la orilla del mar?

¿Qué hay en aquella bandeja
en aquella bandeja rosada
fresas o moras?
¿Estoy en un campo de narcisos
o en un bosque de hayas nevadas?
Las mujeres que amo ríen y lloran
en dos lenguas.

viernes, 2 de octubre de 2009

Hamlet Lima Quintana

Zamba para no morir

Romperá la tarde mi voz
hasta el eco de ayer
voy quedándome sólo al final
muerto de sed, harto de andar
pero sigo creciendo en el sol, vivo
era el tiempo la flor
la madera frutal
luego el hacha se puso a golpear
verse caer, sólo rodar
pero el árbol reverdecerá, nuevo
Al quemarse en el cielo la luz del día, me voy
con el cuerpo asombrado me iré
ronco al gritar que volveré
repartido en el aire al gritar, siempre
Mi razón no pide piedad
se dispone a partir
no me gusta la muerte ritual
sólo dormir, verme borrar
una historia me recordará, vivo
veo el campo, el fruto, la miel
y estas ganas de amar
no me puede el olvido vencer
hoy como ayer, siempre llegar
en el hijo se puede volver, nuevo

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Humberto Costantini


Che
A lo mejor está debajo de la alfombra.
A lo mejor nos mira de adentro del ropero.
A lo mejor ese color habano es una seña.
A lo mejor ese pez colorado es guerrillero.
Yo juro haberlo visto de gato en azoteas.
Y yo corriendo por los hilos del teléfono.
Señor, ¿ha revisado bien adentro de su cama?
Oh John, ¿qué es esa barba que asoma en tu chaleco?
Debiéramos filtrar todas las aguas de los ríos.
Lavar todas las caras de los negros.
Picar la cordillera de los Andes.
Poner a South—América en un termo.
Dicen que en Venezuela montaba una guitarra.
Que en Buenos Aires entraba en bandoneones y Discépolos.
Que en Uruguay punteaba una milonga con el diablo.
Y en el Brasil vestido de caboclo bajaba a los terreiros.
Pero si ayer nomás saltó en Santo Domingo.
Si en Colombia era cumbia de los filibusteros.
Si yo lo vi esta mañana con su risa terrible soltándose los duendes al espejo.
A mí casi me mata la otra noche, se me subió con un millón de sátiros al sueño.
Ese lío en Bolivia es cosa suya.
Y esos ladridos en la noche no son perros.
Y esa sombra que pasa, ¿por qué pasa?
Y no me gustan nada esos berridos junto al pecho.
A lo mejor está en la pampa y es graznido.
A lo mejor está en la calle y es el viento.
A lo mejor es una fiebre que no cura.
A lo mejor es rebelión y está viniendo.

(del libro Cuestiones con la vida)

viernes, 11 de septiembre de 2009

Jaime Sabines

Espero curarme de ti

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Gabriela Mistral

Besos

Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.

Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenaronse de lágrimas tus ojos.

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.

Yo te enseñe a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Julia Prilutzky

Lluvia

Llueve otra vez. Llueve de nuevo. Llueve:
siempre el amor me llega con la lluvia.
Sobre la calle una llovizna breve
y aquí en mi corazón, cómo diluvia...
Llueve. Y el agua cae sin relieve
sobre las piedras, ávidas de lluvia.
Aquí en mi corazón, cómo remueve;
aquí en mi corazón, cómo diluvia.
Siempre el amor me llega así. Sin ruido,
con silencioso paso estremecido:
niebla menuda que después diluvia.
Siempre el amor me llega así, callado,
con silencioso andar desesperado...
Y no sé dónde estás. Y está la lluvia.
...............................................................................
Tú duermes, ya lo sé...
Tú duermes, ya lo sé.
Te estoy velando.
No importa que estés lejos,
que no escuche
tu cadencia en la sombra;
no importa que no pueda
pasar mi mano sobre tu cabeza,
tus sienes y tus hombros.
Yo estoy velando, siempre.
No importa que no pueda
acurrucarme
para que tú me envuelvas sin saberlo,
para que tú me abraces sin sentirlo,
para que me retengas
mientras yo tiemblo y digo
simplemente
palabras que no escuchas.
Yo puedo estar tan lejos
pero sigo velando cuando duermes.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Gordon Matthew Sumner




I don't take coffee I take tea my dear
I like my toast done on one side
And you can hear it in my accent when I talk
I'm an englishman in New York

See me walking down Fifth Avenue
A walking cane here at my side
I take it everywhere I walk
I'm an englishman in New York

I'm an alien I'm a legal alien
I'm an englishman in New York
I'm an alien I'm a legal alien
I'm an englishman in New York

If, manners maketh man as someone said
Then he's the hero of the day
It takes a man to suffer ignorance and smile
Be yourself no matter what they say

I'm an alien I'm a legal alien
I'm an englishman in New York
I'm an alien I'm a legal alien
I'm an englishman in New York

Modesty, propriety can lead to notoriety
You could end up as the only one
Gentleness, sobriety are rare in this society
At night a candles brighter than the sun

Takes more than combat gear to make a man
Takes more than a license for a gun
Confront your enemies, avoid them when you can
A gentleman will walk but never run

If, manners maketh man as someone said
Then he's the hero of the day
It takes a man to suffer ignorance and smile
Be yourself no matter what they say

I'm an alien I'm a legal alien
I'm an englishman in New York
I'm an alien I'm a legal alien
I'm an englishman in New York

Diego Velázquez

La Venus del espejo


Ésta es una de las más hermosas obras de arte del pintor Diego Velázquez, el pintor más destacado del Siglo de Oro Español, se encuentra en la National Gallery de Londres (Gran Bretaña), es un óleo sobre lienzo de 122 x 177 cm.

La obra representa a la diosa Venus en una pose erótica, tumbada sobre una cama y mirando a un espejo que sostiene el dios del amor sensual, su hijo Cupido. Se trata de un tema mitológico al que Velázquez, como es usual en él, da trato mundano. No trata a la figura como a una diosa sino, simplemente, como a una mujer.

Ciertos autores creen que es el retrato de su amante, y madre de un hijo ilegítimo del pintor. El tema de la Venus ya había sido tratado en multitud de versiones por dos de los maestros que más influencia tuvieron en la pintura velazqueña: Tiziano y Rubens. La Venus de Velázquez aporta al género una nueva variante: la diosa se encuentra de espaldas y muestra su rostro al espectador en un espejo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Bertolt Brecht


El ciruelo

Hay en el patio un ciruelo
que no se encuentra menor.
Para que nadie le pise
tiene reja alrededor.

Aunque no puede crecer,
él sueña con ser mayor.
Pero nunca podrá serlo
teniendo tan poco sol.

Duda si será un ciruelo
porque ciruelas no da.
Mas se conoce en la hoja
que es ciruelo de verdad.


(extraído del libro Poemas y canciones)


Elsa Bornemann

Mil grullas

Ocho de la mañana del seis de agosto en el cielo de Hiroshima.
Noami se ajusta el obi de su kimono y recuerda a su amigo:
- ¿Qué estará haciendo ahora?
Ahora. Toshiro pesca en la isla mientras se pregunta: - ¿Qué estará haciendo Noami?
En el mismo momento, un avión enemigo sobrevuela el cielo de Hiroshima.
En el avión, hombres blancos que pulsan botones y la bomba atómica surca por primera vez un cielo. El cielo de Hiroshima.
Un repentino resplandor ilumina extrañamente la ciudad.
En ella, una mamá amamanta a su hijo por última vez.
Dos viejos trenzan bambúes por última vez.
Una docena de chicos canturrea: "Donguri-Koro Koro-Donguriko..." por última vez.
Cientos de mujeres repiten sus gestos habituales por última vez.
Miles de hombres piensan en mañana por última vez.
Noami sale para hacer unos mandados.
Silenciosa explota la bomba.
Hierven, de repente, las aguas del río.
Y medio millón de japoneses, medio millón de seres humanos, se desintegran esa mañana. Y con ellos desaparecen edificios, árboles, calles, animales, puentes y el pasado de Hiroshima.
Ya ninguno de los sobrevivientes podrá volver a reflejarse en el mismo espejo, ni abrir nuevamente la puerta de su casa, ni retomar ningún camino querido.
Nadie será ya quien era.
Hiroshima por un hongo atómico.
Hiroshima es el sol, ese 6 de Agosto de 1945.

Blas de Otero

Digo vivir

Porque vivir se ha puesto al rojo vivo.
(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)
Digo vivir, vivir como si nada
hubiese de quedar de lo que escribo.

Porque escribir es viento fugitivo,
y publicar columna arrinconada.
Digo vivir, vivir a pulso; airada -
mente morir, citar desde el estribo.

Vuelvo a la vida con la muerte al hombro,
abominando cuanto he escrito: escombro
del hombre aquel que fui cuando callaba.

Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra
más inmortal: aquella fiesta brava
del vivir y el morir. Lo demás sobra.

(Blas de Otero n. en España en 1916 y m. en Madrid en 1979)

domingo, 30 de agosto de 2009

Jorge L. Borges

1964 ( "El otro, el mismo" )

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado
Ya no compartirás la clara luna
Ni los lentos jardines. Ya no hay una
Luna que no sea espejo del pasado,
Cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
Que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
La fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
Sino lo que no tiene y no ha tenido
Nunca, pero no basta ser valiente
Para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
Y te puede matar una guitarra.

Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
Un instante cualquiera es más profundo
Y diverso que el mar. La vida es corta
Y aunque las horas son tan largas, una
Oscura maravilla nos acecha,
La muerte, ese otro mar, esa otra flecha
Que nos libra del sol y de la luna
Y del amor. La dicha que me diste
Y me quitaste debe ser borrada;
Lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo me queda el goce de estar triste,
Esa vana costumbre que me inclina
Al sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

martes, 25 de agosto de 2009

Leonard Cohen

Llévame bailando hasta el final del amor
(Dance me to the end of love)

Llévame bailando hasta tu belleza con un violín en llamas
Llévame bailando atravesando el pánico hasta que esté a salvo
Álzame como a una rama de olivo y sé la paloma que me guia de vuelta a casa

Déjame ver tu belleza cuando hayan desaparecido los testigos
Déjame sentirte moviéndote como lo hacen en Babilonia
Muéstrame lentamente aquello de lo que sólo conozco los límites

Llévame bailando hasta la boda ahora, continúa bailando
Llévame bailando muy tiernamente y por un largo rato
Estamos por debajo de nuestro amor, estamos por encima de él
Llévame bailando hasta el final del amor

Llévame bailando hasta los niños que piden nacer
Llévame bailando através de los telones que han gastado nuestros besos
Levanta un refugio ahora aunque todos los hilos estén rotos

Llévame bailando hasta tu belleza con un violín en llamas
Llévame bailando atravesando el pánico hasta que esté a salvo
Tócame con tu mano desnuda o tócame con tu guante
Llévame bailando hasta el final del amor.

Miguel Hernández

Canción del esposo soldado

He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos
de cierva concebida.

Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.

Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.

Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.

Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.

Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas
recorres un camino de besos implacables.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.

Ana María Shua

Las mujeres se pintan

Las mujeres se pintan antes de la noche.
Los ojos, la nariz, los brazos, el hueco poplíteo, los dedos de los pies.
Se pintan con maquillajes importados, con témperas, con lápices de fibras.
En el alba, ya no están.
A lo largo de la noche y de los hombres, se van borrando.

La que no está

Ninguna tiene tanto éxito como La Que No Está.
Aunque todavía es joven, muchos años de práctica consciente la han perfeccionado en el sutilísimo arte de la ausencia.
Los que preguntan por ella terminan por conformarse con otra cualquiera,

a la que toman distraídos,
tratando de imaginar que tienen entre sus brazos a la mejor, a la única,
a La Que No Está.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Charles Baudelaire

Spleen

Yo soy como ese rey de aquel país lluvioso, rico,
pero impotente, joven, aunque achacoso,
que, despreciando halagos de sus cien concejales,
con sus perros se aburre y demás animales.
Nada puede alegrarle, ni cazar, ni su halcón,
ni su pueblo muriéndose enfrente del balcón.
La grotesca balada del bufón favorito
no distrae la frente de este enfermo maldito;
en cripta se convierte su lecho blasonado,
y las damas, que a cada príncipe hallan de agrado,
no saben ya encontrar qué vestido indiscreto
logrará una sonrisa del joven esqueleto.
El sabio que le acuña el oro no ha podido
extirpar de su ser el humor corrompido,
y en los baños de sangre que hacían los Romanos,
que a menudo recuerdan los viejos soberanos,
reavivar tal cadáver él tampoco ha sabido
pues tiene en vez de sangre verde agua del Olvido.


Walt Whitman

Canto a mi mismo

1 -
Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.

Vago... e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.

Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.

3 -
Instinto ... instinto ... instinto ...
Instinto siempre procreando el mundo.
De la sombra surgen los iguales que se contradicen
y se complementan,
la sustancia que se multiplica ...
el sexo siempre,
siempre una malla de identidades y preferencias ...
y la preñez y el parto siempre.
Inútil es querer perfeccionar.
Esto lo saben ya los doctos y los indoctos.
Firmes,
clavados,
ligados,
abrazados al mismo palo,
resistiendo como caballos percherones,
amorosos,
altivos
y eléctricos ...
¡ yo y este misterio estamos aquí !

jueves, 13 de agosto de 2009

Marco Denevi

Cuento de horror

La señora Smithson, de Londres (estas historias siempre ocurren entre ingleses) resolvió matar a su marido, no por nada sino porque estaba harta de él después de cincuenta años de matrimonio.

Se lo dijo:

-Thaddeus, voy a matarte.

-Bromeas, Euphemia -se rió el infeliz.

-¿Cuándo he bromeado yo?

-Nunca, es verdad.

-¿Por qué habría de bromear ahora y justamente en un asunto tan serio?

-¿Y cómo me matarás? -siguió riendo Thaddeus Smithson.

-Todavía no lo sé. Quizá poniéndote todos los días una pequeña dosis de arsénico en la comida. Quizás aflojando una pieza en el motor del automóvil. O te haré rodar por la escalera, aprovecharé cuando estés dormido para aplastarte el cráneo con un candelabro de plata, conectaré a la bañera un cable de electricidad. Ya veremos.

El señor Smithson comprendió que su mujer no bromeaba. Perdió el sueño y el apetito. Enfermó del corazón, del sisema nervioso y de la cabeza. Seis meses después falleció.

Euphemia Smithson, que era una mujer piadosa, le agradeció a Dios haberla librado de ser una asesina.

lunes, 10 de agosto de 2009

Ennio Morricone


Música de Cinema Paradiso en la Arena de Verona, Italia.



Julio Cortázar

Rayuela - fragmento "Toco tu boca"

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos, donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.





Film: "Nuovo Cinema Paradiso" dirigido por Giuseppe Tornatore en 1988; interpretado por Phillipe Noiret (Alfredo), Salvatore Cascio (Totó niño), Marco Leonardi (Totó joven), Jacques Perrin (Totó adulto) y Agnese Nano (Elena). Música de Ennio Morricone.

domingo, 2 de agosto de 2009

Alejandro Dolina

Novia

Hace mucho tiempo yo tenía una novia buena y hermosa. Me amaba con una devoción tal, que no pude resistir la tentación de ser malvado. Me solazaba en la traición, en el capricho, en la impuntualidad, en la mentira gratuita.
Ella lloraba en secreto, cuando yo no la veía, pues sabía que su llanto me irritaba. Pero un día, un incidente que ni siquiera recuerdo me despertó el temor de perderla.
El amor crece con el miedo.

Mi conducta cambió. Me fui haciendo bueno.
Quise pagar el daño que había hecho y empecé a vivir para ella.
Le hacía el amor en todos los zaguanes.

Le cantaba valses de Héctor Pedro Blomberg. La llevaba a pasear por todos los lugares más hermosos del mundo. Le imponía aventuras inesperadas. Me hice sabio y generoso sólo para merecer su amor.

Pero un día me dejó.
- No te quiero más me dijo, y se fue.

Supliqué un poco, sólo un poco, porque era bueno. Después me puse a esperar la muerte sentado en el umbral.
Al cabo de un tiempo, aparecieron los celos. Pensé que seguramente me había dejado por otro. Decidí averiguarlo.
Indagué a los amigos comunes, pero todos afectaban un aire de trabajosa indiferencia.
Resolví seguirla. Pasaba las noches acechando su puerta. Durante el día, me apostaba en la esquina de su trabajo. El resultado de mis pesquisas fue nulo. Mi novia se desplazaba por circuitos inocentes. Perdí mi empleo, mi salud y hasta mis amistades. Mi vida era un perpetua vigilancia.

Pasaron largos meses sin que nada ocurriera. Hasta que una noche la vi salir de su casa con aire decidido.
Tuve el presentimiento de que iba a encontrarse con un hombre, tal vez porque estaba demasiado linda.
La seguí entre las sombras y vi que se detenía en una esquina que yo conocía muy bien. Me escondí en un portal. Ella se detuvo y esperó, esperó mucho.

Cerca de una hora después, apareció un hombre alto, oscuro, soberbio. Algo familiar había en su paso. Ella intentó una caricia, pero él la rechazó.
Inmediatamente comprendí que el hombre se complacía en verla sufrir y amar al mismo tiempo. Se trataba de un sujeto diabólico. Cada tanto me llegaban ráfagas de una risa vulgar. No podía concebirse un individuo más vil y detestable.
Caminaron. Tomaron un rumbo que no me sorprendió.
Al llegar a la luz de una avenida pude ver que aquel hombre era yo. Yo mismo, pero antes. Con el desdén cósmico que tanto me había costado borrar del alma, con la maldad de mis peores épocas. Con la impunidad de los necios.
No pude soportarlo. Pensé en cruzar la calle y pegarme una trompada, pero me tuve miedo. Quise gritar, ordenarme a mí mismo dejar tranquila a aquella muchacha. Pero el imperativo no tiene primera persona y no supe qué decirme.
Se detuvieron un instante y pasé delante de ellos.

Ella no me vio. Yo sí me vi. Me miré con un gesto de advertencia.

Después los perdí de vista y me quedé llorando.



sábado, 1 de agosto de 2009

James Joyce

¿ Qué es un fantasma ?, preguntó Stephen.
Un hombre que se ha desvanecido hasta ser impalpable, por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres.

jueves, 23 de julio de 2009

Jorge L. Borges




Episodio del enemigo


Tantos años huyendo y esperando y ahora el enemigo estaba en mi casa. Desde la ventana lo vi subir penosamente por el áspero camino del cerro. Se ayudaba con un bastón, con un torpe bastón que en viejas manos no podía ser un arma sino un báculo. Me costó percibir lo que esperaba: el débil golpe contra la puerta. Miré, no sin nostalgia, mis manuscritos, el borrador a medio concluir y el tratado de Artemidoro sobre los sueños, libro un tanto anómalo ahí, ya que no sé griego. Otro día perdido, pensé. Tuve que forcejear con la llave. Temí que el hombre se desplomara, pero dio unos pasos inciertos, soltó el bastón que no volví ver, y cayó en mi cama, rendido. Mi ansiedad lo había imaginado muchas veces, pero sólo entonces noté que se parecía, de un modo casi fraternal, al último retrato de Lincoln. Serían las cuatro de la tarde.

Me incliné sobre él para que me oyera.

—Uno cree que los años pasan para uno —le dije— pero pasan también para los demás.

Aquí nos encontramos al fin y lo que antes ocurrió no tiene sentido.

Mientras yo hablaba, se había desabrochado el sobretodo. La mano derecha estaba en el bolsillo del saco. Algo me señalaba y yo sentí que era un revólver.

Me dijo entonces con voz firme:

—Para entrar en su casa, he recurrido a la compasión. Lo tengo ahora mi merced y no soy misericordioso.

Ensayé unas palabras. No soy un hombre fuerte y sólo las palabras podían salvarme. Atiné a decir:

—En verdad que hace tiempo maltraté a un niño, pero usted ya no es aquel niño ni yo aquel insensato. Además, la venganza no es menos vanidosa y ridícula que el perdón.

—Precisamente porque ya no soy aquel niño —me replicó— tengo que matarlo. No se trata de una venganza sino de un acto de justicia. Sus argumentos, Borges, son meras estratagemas de su terror para que no lo mate. Usted ya no puede hacer nada.

—Puedo hacer una cosa —le contesté.

—¿Cuál? —me preguntó.

—Despertarme.

Y así lo hice.


Florencia Abadi

desamor –qué raro sería, le digo, muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez una lluvia que dé señales más claras– hablar me avergüenza de...

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