miércoles, 29 de diciembre de 2010

Julio Cortázar


HAPPY NEW YEAR

Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Asì la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Bertolt Brecht

Canción de una amada

1. Lo sé, amada: ahora se me cae el pelo por mi vida salvaje, y me tumbo en las piedras. Me veis beber el aguardiente más barato, y camino desnudo al viento.

2. Pero hubo un tiempo, amada, en que fui puro.

3. Tuve una mujer que era más fuerte que yo, como la hierba es más fuerte que el toro: se vuelve a erguir.

4. Ella vio que yo era malo, y me amó.

5. No preguntó a dónde conducía el camino, que era su camino, y quizás iba hacia abajo. Cuando me dio su cuerpo, dijo: esto es todo. Y fue mi cuerpo.

6. Ahora ya no está en ningún lado, desapareció como una nube cuando ha llovido, la abandoné y cayó, pues ése era su camino.

7. Pero de noche, a veces, cuando me veis beber, veo su cara, pálida en el viento, fuerte y vuelta hacia mí, y me inclino ante el viento.


(Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens.)

jueves, 16 de diciembre de 2010

Roland Barthes

Fragmentos de un discurso amoroso

"El lenguaje es una piel. Yo froto mi lenguaje contra el otro. Mi lenguaje tiembla de deseo. La emoción proviene de un doble contacto: por una parte, toda una actividad discursiva viene a realzar discretamente, indirectamente, un significado único, que es "yo te deseo", y lo libera, lo alimenta, lo ramifica, lo hace estallar (el lenguaje goza tocándose a sí mismo); por otra parte, envuelvo al otro en mis palabras, lo acaricio, lo mimo, converso acerca de estos mimos, me desvivo por hacer durar el comentario al que someto la relación."

Baruch Spinoza

Lo bueno será aquello que le conviene al cuerpo, lo malo, por el contrario, aquello que lo debilita. Lo bueno es libre y razonable, lo malo es esclavo y débil. Lo bueno son las relaciones de cuerpos que aumentan las potencias, lo malo son las relaciones de cuerpos que generan la impotencia. La buena persona será aquella que aumenta las potencias, la mala, aquella que las debilita.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Oscar Wilde

Mi voz

En este mundo inquieto, moderno, apresurado,
tomamos todo aquello que nuestro corazón deseaba -tú y yo,
y ahora las velas blancas de nuestro barco están arriadas
y agotada la carga del navío.

Por ello, prematuras, empalidecen mis mejillas,
pues el llorar es mi contento huido
y el dolor ha apagado el rosa de mi boca
y la ruina corre las cortinas de mi lecho.


Pero toda esta vida atiborrada ha sido para ti
solamente una lira, un laúd, el encanto sutildel violoncello, la música del mar
que duerme, mímico eco, en su concha marina.



Versión de E. Caracciolo Trejo
Edición de Libros Río Nuevo 2001

lunes, 6 de diciembre de 2010

Pedro Salinas

Si me llamaras, si...

¡Si me llamaras, si,
si me llamaras!

Lo dejaría todo, todo lo tiraría:
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú, que no eres mi amor,
¡si me llamaras!

Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
-¡si me llamaras, sí, si me llamaras!
-será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.

Nunca desde los labios que te beso,
nunca desde a voz que dice:
"No te vayas."

Federico García Lorca

Tengo miedo a perder
la maravilla de tus ojos de estatua
y el acento que de noche
me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser
en esta orilla tronco sin ramas,
y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Gabriel Celaya

El toque delicado

Si toco en mi dolor, todo lo siento
mío, mío, perdido vagamente.
Si toco en el dolor mas de repente
me vuelvo a las estrellas y a lo bello,
yo siento el corazón que aquí me quema
como un mero detalle en el sistema.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Roberto Bolaño

Ahora tu cuerpo es sacudido por
pesadillas. Ya no eres
el mismo: el que amó, que se arriesgó.
Ya no eres el mismo, aunque
tal vez mañana todo se desvanezca
como un mal sueño y empieces
de nuevo. Tal vez
mañana empieces de nuevo.
Y el sudor, el frío,
los detectives erráticos, sean como un sueño.
No te desanimes.
Ahora tiemblas, pero tal vez
mañana todo empiece de nuevo.

martes, 23 de noviembre de 2010

Juan Gelman

¿Quién dijo alguna vez:
hasta aquí la sed, hasta aquí el agua?
¿Quién dijo alguna vez:
hasta aquí el aire, hasta aquí el fuego?
¿Quién dijo alguna vez:
hasta aquí el amor, hasta aquí el odio?
¿Quién dijo alguna vez:
hasta aquí el hombre,hasta aquí no?
Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran

jueves, 18 de noviembre de 2010

Oliverio Girondo

Lo que esperamos

Tardará, tardará.

Ya sé que todavía
los émbolos,
la usura,
el sudor,
las bobinas
seguirán produciendo,
al por mayor,
en serie,
iniquidad,
ayuno,
rencor,
desesperanza;
para que las lombrices con huecos portasenos,
las vacas de embajada,
los viejos paquidermos de esfínteres crinudos,
se sacien de adulterios,
de hastío,
de diamantes,
de caviar,
de remedios.

Ya sé que todavía pasarán muchos años
para que estos crustáceos del asfalto y la mugre
se limpien la cabeza,
se alejen de la envidia,
no idolatren la saña,
no adoren la impostura,
y abandonen su costra
de opresión,
de ceguera,
de mezquindad,
de bosta.

Pero, quizás, un día,
antes de que la tierra se canse
de atraernos y brindarnos su seno,
el cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres,
-no cajas de caudales,
ni perchas desoladas-,
someter a las ruedas,
impedir que nos maten,
comprobar que la vida se arranca y despedaza
los chalecos de fuerza de todos los sistemas;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra.

Y entonces...
¡Ah!, ese día
abriremos los brazos
sin temer que el instinto nos muerda los garrones,
ni recelar de todo,
hasta de nuestra sombra;
y seremos capaces de acercarnos al pasto,
a la noche,
a los ríos,
sin rubor,
mansamente,
con las pupilas claras,
con las manos tranquilas;
y usaremos palabras sustanciosas,
auténticas;
no como esos vocablos erizados de inquina
que babean las hienas al instarnos al odio,
ni aquellos que se asfixian
en estrofas de almíbar
y fustigada clara de huevo corrompido;
sino palabras simples,
de arroyo,
de raíces,
que en vez de separarnos
nos acerquen un poco;
o mejor todavía
guardaremos silencio
para tomar el pulso
a todo lo que existe
y vivir el milagro de cuanto nos rodea,
mientras alguien nos diga,
con una voz de roble,
lo que desde hace siglos
esperamos en vano.

Oliverio Girondo-Argentino-1891/1967

William Carlos Williams

Justo es decirlo

Me comí
las ciruelas
que había
en la nevera

y que
probablemente tú
reservabas
para desayunar.

Perdóname
estaban deliciosas
tan dulces
y tan frías.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Octavio Paz

Nuevo rostro

La noche borra noches en tu rostro,
derrama aceites en tus secos párpados,
quema en tu frente el pensamiento
y atrás del pensamiento la memoria.

Entre las sombras que te anegan
otro rostro amanece.
Y siento que a mi lado
no eres tú la que duerme,
sino la niña aquella que fuiste
y que esperaba sólo que durmieras
para volver y conocerme.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Ezra Pound

El encuentro

Mientras ellos hablaban todo el tiempo de la nueva moral
ella me exploraba con sus ojos.
Y cuando me levanté para marcharme
sus dedos fueron como el tejido
de una servilleta japonesa de papel.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Sam Shepard

Si todavía rondaras por aquí
Te tomaría
Te sacudiría por las rodillas
Te soplaría aire caliente en ambas orejas
Tú, que podías escribir como una Pantera
Todo lo que se te metiera en las venas
Qué clase de verde sangre
Te arrastró a tu destino
Si todavía rondaras por aquí
Te desgarraría hasta meterme en tu miedo
Te lo arrancaría
Para que colgara como un pellejo
Como jirones de miedo
Te daría la vuelta
Te pondría de cara al viento
Doblaría tu espalda sobre mi rodilla
Masticaría tu nuca
Hasta que abrieras tu boca a esta vida

poema de Sam Shepard

(detalle de la escultura "El rapto de Proserpina" de Gian Lorenzo Bernini en el Palazzo Borghese en Roma)

miércoles, 3 de noviembre de 2010

José Pedroni

POETA

Yo fui niño una vez, pero hace mucho.
Me dormía enroscado en la vereda.
Hay una voz que todavía escucho.
Hubo una mariposa. Era de seda.

Debió pisarme alguna vez un hombre.
Debió mirarme una mujer dolida.
Yo no me acuerdo. No tenía nombre.
Era, me acuerdo, como liebre herida.

Enamorada de mi sangre sola
que se dormía al sol en cualquier trigo,
la mariposa entraba en mi corola.

Yo no sé lo que ella hizo conmigo;
pero ella iba detrás de mi amapola,
ella y la voz que me llamaba amigo.


«Otros poemas». Poesías escogidas, 2009.

lunes, 25 de octubre de 2010

jueves, 21 de octubre de 2010

Andrés Aranda

"Pasillo de la muerte de mi porteñidad"
A Buenos Aires

Tarde de sol.
Excavo el aire para perderme.
Un billete de ida hacia la muerte.

Desolación como macetas en la cabeza. Noche oscura en tus ojos.

Tristeza gris descafeinada, los dientes de la noche se van cerrando. Melancolía vana, imposible de curar. Añoranza de una soledad desesperada, que solo puede ser curada por el roce de tus manos. Nostalgias de cosas que no han pasado. Desamparo de las que no pasarán. Congoja infame que se deja abrazar.

Devastación y decadencia de mi porteñidad.

Abatimiento y desesperación porque encuentro pocos caminos para llegar a besar tu tatuaje.

Un tatuaje hecho de vías que se cruzan, de avenidas sin barro ya, de tajos de compadrito... todos me señalan un camino de piel sinuosa yendo lenta hacia la felicidad de mi lengua. Que disfruta de un café hirviente en esta tarde de casi invierno que no puedo sentir.

Tribulaciones porque acabo de verte una vez, y estás tan lejos que duele.

Te quiero porque sos puta y buena. Porque sos mía y no puedo abarcarte. Porque te descubren turistas japoneses y los colombianos cantan tangos desafinados... y no puedo verte.

Te quiero porque tenés tilos y tenés noviembre. Y los tilos en noviembre me llenan de un olor que se parece mucho al de la felicidad.

Tal vez estés poniendo flores a una tumba sola. O tal vez estés perdida en un barrio que no es el mio.

Tribulación de no ser más yo... de irme rompiendo en pedazos en una tierra extraña que nunca será la mía. Aunque parezca ser feliz aquí... nada me dará lo que vos me diste.

Personalidad. Pertenencia. Libertad.

No quiero olvidarte... hago fuerza en mi mente para enseñarle a mis neuronas tus luces y sombras, tus espacios y formas.

Ya no te busco. Creo que te he encontrado.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Federico García Lorca

"Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua y el acento que de noche me pone en la mejilla la solitaria rosa de tu aliento. Tengo pena de ser en esta orilla tronco sin ramas, y lo que más siento es no tener la flor, pulpa o arcilla para el gusano de mi sufrimiento. Si tu eres el tesoro oculto mío, si eres mi cruz, y mi dolor mojado, si soy el perro de tu señorío, no me dejes perder lo que he ganado y decora las aguas de tu río con hojas de mi otoño enajenado."




Federico García Lorca (1898-1936)

[fotografía Robert Mapplethorpe en la Galleria della Accademia, Firenze, Italia]

martes, 19 de octubre de 2010

César Vallejo

Los heraldos negros (1918)

Hay golpes en la vida, tan fuertes ... yo no sé.
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma ... yo no sé.

Son pocos; pero son... abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre ... pobre ... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes ... yo no sé!

César Vallejo (Perú, 1892 - París, 1938)

miércoles, 13 de octubre de 2010

Andrés Aranda

El no-lugar (ahí donde estoy)

''Si el espacio es infinito estamos en cualquier punto del espacio. Si el tiempo es infinito estamos en cualquier punto del tiempo.'' Jorge Luis Borges, El Libro de Arena.

Hay lugares que son "no-lugares".

Lugares insípidos e incoloros. Inodoros. Fríos. Lugares donde no hay nada. O donde hay la nada.

Espacios que uno no puede encontrar. Sitios en los que uno no puede decir: "estoy en la esquina de la calle tal con cual... vas a ver un cartel grande de Carrefour". Ni "en la segunda bajada, a la izquierda, unos doscientos metros"

Zonas donde no ocurre nada. Donde el frío es diferente, el calor agobiante; y los cigarrillos saben distinto.

Comarcas que no tienen nombre; o éste es indefinido.

Términos que nunca terminan. Ni se sabe dónde empiezan. Regiones donde los amaneceres son obra de fantasmas; y los atardeceres es un tenue apagar las luces de los alrededores y encender los puntos mágicos de los que se atreven a hollar sus terrenos. Suelos de textura inane y asombrosa. Cielos de dolorosa visión. Paisajes sádicos y ojos masoquistas que se atreven a mirar.

Situaciones difusas, escabrosas, magnéticas.

Asentamientos cerúleos, donde la nieve nunca llega, y el rocío tiene una sospechosa tendencia a hacerse lágrimas. Parajes donde nadie para. Nadie se detiene, ni siquiera a ver qué puede pasar si lo hiciera. Localidades donde no existe la fauna local, ni la flora local, ni habitantes locales.

Andurriales donde nadie anda... porque todos estamos de paso.

Partes en ninguna parte. Ámbitos donde nada se desarrolla, sino que sólo transcurre. Recintos abiertos. Locales visitantes. Rincones sin esquinas, Circuitos donde todos circulan sin volver jamás. Escondites donde nadie te ve, y ni siquiera uno se encuentra.

Solares para no andar solo y donde nada es susceptible de ser construido. Lugares donde ni siquiera el viento se detiene. Espacios donde abren brecha la lluvia y el sol de justicia.

Medios que no son la mitad de nada. Ambientes que no tienen temperatura. Puntos donde no hay otro para formar una recta, ni puentes que lo crucen, ni lagos que lo atormenten, ni ríos que lo dividan, ni edificios que lo señalen. Tal vez, algunos de estos sitios goce de la benevolente presencia de un mar en las cercanías. Pero nadie sabe cómo se llama ese mar, ni hacia que lado está.

Lugares alejados de la mano de eso que llamamos Dios, y donde las brújulas son inútiles

Confinamientos solitarios donde no hacen falta las murallas, ni las alambradas de espinos. ¿Para qué? ¿Adónde puede irse desde allí?

Cuentan las leyendas campestres que los habitantes de los no-lugares son los seres extraviados de todo, los perdidos de nada... aquellos que nadie espera; o esas personas cuyo retorno es una negación aceptada, una resignación sólida. Redimidos irredentos.

Hay lugares que son no-lugares.

Distritos del universo donde decir tu nombre es decir dónde estoy; adónde voy.

Al fin y al cabo, eso es lo que importa.

sábado, 9 de octubre de 2010

John Lennon


John Winston Lennon
Liverpool, UK
9 de Octubre de 1940
70º Aniversario
((ºJº))

viernes, 1 de octubre de 2010

Jorge Luis Borges

Arte poética

Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.


Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.


Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,


ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.


A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.


Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.


También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.

martes, 28 de septiembre de 2010

José Hierro

El enemigo

Nos mira. Nos está acechando. Dentro
de ti, dentro de mí, nos mira. Clama
sin voz, a pleno corazón. Su llama
se ha encarnizado en nuestro oscuro centro.

Vive en nosotros. Quiere herirnos. Entro
dentro de ti. Aúlla, ruge, brama.
Huyo, y su negra sombra se derrama,
noche total que sale a nuestro encuentro.

Y crece sin parar. Nos arrebata
como a escamas de octubre el viento. Mata
más que el olvido. Abrasa con carbones
inextinguibles. Deja devastados
días de sueños. Malaventurados
los que le abrimos nuestros corazones.


De "Cuanto sé de mí" 1957

domingo, 26 de septiembre de 2010

Luciano Ortega

Digo sólo por hoy

Hay demasiada sangre
y tinta derramada,
demasiadas palabras en el aire
y las pantallas,
un estruendo feroz y desbocado.

Hay demasiada tiza y carbonilla,
demasiadas paredes y pizarras;
demasiadas esquirlas,
mucha pólvora;
estallidos de átomos,
trompadas al boleo;

demasiados carteles y señales,
demasiados señuelos y alambrados,
demasiados discursos sin orejas.

Quizás
debiéramos llamarnos al silencio
para no quedarnos mudos para siempre.

Quizás
ya sea el tiempo
-sólo digo quizás-

de volvernos al tacto,
restaurarnos la piel y las costillas,
calmarnos esa sed de ser tocados,
de tocar y de olernos;
olisquearnos los unos a los otros,
sin pedirnos permiso,
sin llenar formularios ni contratos.

Y en nombre de esa sangre
y esa tinta derramada,
no rompernos el alma ni la cresta;

por lo menos por hoy,
por un ratito;
sólo digo por hoy,
y aquí cerquita.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Ernesto Cardenal


Oración por Marilyn Monroe

Señor recibe a esta muchacha conocida en toda la tierra
con el nombre de Marilyn Monroe aunque ese no era su verdadero nombre (pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)
y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje
sin su Agente de Prensa sin fotógrafos y sin firmar autógrafos
sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia
(según cuenta el Time)
ante una multitud postrada, con las cabezas en el suelo
y tenía que caminar en puntillas para no pisar las cabezas.
Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras.
Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno
pero también algo más que eso...
Las cabezas son los admiradores, es claro
(la masa de cabezas en la oscuridad bajo el chorro de luz).
Pero el templo no son los estudios de la 20th Century Fox.
El templo -de mármol y oro- es el templo de su cuerpo
en el que está el Hijo del Hombre con un látigo en la mano
expulsando a los mercaderes de la 20th Century Fox
que hicieron de Tu casa de oración una cueva de ladrones.
Señor en este mundo contaminado de pecados y radiactividad
Tú no culparás tan sólo a una empleadita de tienda.
Que como toda empleadita de tienda soñó ser estrella de cine.
Y su sueño fue realidad
(pero como la realidad del tecnicolor).
Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos
-El de nuestras propias vidas- Y era un script absurdo.
Perdónale Señor y perdónanos a nosotros por nuestra 20th Century
por esta Colosal Super-Producción en la que todos hemos trabajado.
Ella tenía hambre de amor y le ofrecimos tranquilizantes.
Para la tristeza de no ser santos se le recomendó el Psicoanálisis.
Recuerda Señor su creciente pavor a la cámara
y el odio al maquillaje -insistiendo en maquillarse en cada escena-
y cómo se fue haciendo mayor el horror
y mayor la impuntualidad a los estudios.
Como toda empleadita de tienda soñó ser estrella de cine.
Y su vida fue irreal como un sueño que un psiquiatra interpreta y archiva.
Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados
que cuando se abren los ojos se descubre
que fue bajo reflectores y apagan los reflectores!
y desmontan las dos paredes del aposento
(era un set cinematográfico)
mientras el Director se aleja con su libreta
porque la escena ya fue tomada.
O como un viaje en yate, un beso en Singapur,
un baile en Río,
la recepción en la mansión del Duque y la Duquesa de Windsor
vistos en la salita del apartamento miserable.
La película terminó sin el beso final.
La hallaron muerta en su cama con la mano en el teléfono.
Y los detectives no supieron a quién iba a llamar.
Fue como alguien que ha marcado el número
de la única voz amiga y oye tan sólo la voz
de un disco que le dice: WRONG NUMBER.
O como alguien que herido por los gangsters
alarga la mano a un teléfono desconectado.
Señor quienquiera que haya sido
el que ella iba a llamar y no llamó
(y tal vez no era nadie o era Alguien cuyo número no está
en el Directorio de Los Angeles)
contesta Tú el teléfono!

domingo, 19 de septiembre de 2010

José María Fonollosa

Broadway

El amor es un juego apasionante
y el mejor sustituto del amor.
De aquel amor inmenso, el amor único,
que uno halla varias veces por el tiempo.

El recíproco amor es lo más bello.
Lo sabemos los dos. Pero es muy grande
el vacío que se abre entre el amor
que se ha ido y el amor que aún no ha llegado.

¿Por qué llenarlo, pues, con la tristeza
si es posible colmarlo de sonrisas?

Si se ha ocultado el sol pueden los faros
del coche iluminar la carretera.
Mientras llega otro amor buscando el nuestro
juguemos, sólo juego, a enamorarnos.

Juguemos a querernos, sin querernos,
hasta el día en que alguno de los dos
vuelva a sentir amor por cualquier otro.
El amor es hermoso aún como juego.

martes, 14 de septiembre de 2010

Juan Gelman

Ausencia de amor

Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.

Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobrecristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo
lo que he esperado
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.

Tu pie. Tu mano.

lunes, 13 de septiembre de 2010

José Hierro

El buen momento

Aquel momento que flota
nos toca de su misterio.
Tendremos siempre el presente
roto por aquel momento.

Toca la vida sus palmas
y tañe sus instrumentos.
Acaso encienda su música
sólo para que olvidemos.

Pero hay cosas que no mueren
y otras que nunca vivieron
y las hay que llenan todo
nuestro universo.

Y no es posible
librarse de su recuerdo.


De "Alegría" 1947

domingo, 5 de septiembre de 2010

Jorge Eielson


Ceremonia solitaria en compañía de tu cuerpo

Penetro tu cuerpo tu cuerpo
De carne penetro me hundo
Entre tu lengua y tu mirada pura
Primero con mis ojos
Con mi corazón con mis labios
Luego con mi soledad
Con mis huesos con mi glande
Entro y salgo de tu cuerpo
Como si fuera un espejo
Atravieso pelos y quejidos
No sé cuál es tu piel y cuál la mía
Cuál mi esqueleto y cuál el tuyo
Tu sangre brilla en mis arterias
Semejante a un lucero
Mis brazos y tus brazos son los brazos
De una estrella que se multiplica
Y que nos llena de ternura
Somos un animal que se enamora
Mitad ceniza mitad latido
Un puñado de tierra que respira
De incandescentes materias
Que jadean y que gozan
Y que jamás reposan


[dibujo: 'Coito', de Leonardo da Vinci]


miércoles, 1 de septiembre de 2010

Gioconda Belli

Como Gata Boca Arriba

Te quiero como gata boca arriba,
panza arriba te quiero,
maullando a través de tu mirada,
de este amor-jaula
violento,
lleno de zarpazos
como una noche de luna
y dos gatos enamorados
discutiendo su amor en los tejados,
amándose a gritos y llantos,
a maldiciones, lagrimas y sonrisas
(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría)

Te quiero como gata panza arriba
y me defiendo de huir,
de dejar esta pelea
de callejones y noches sin hablarnos,
este amor que me marea,
que me llena de polen,
de fertilidad
y me anda en el día por la espalda
haciéndome cosquillas.

No me voy, no quiero irme, dejarte,
te busco agazapada
ronroneando,
te busco saliendo detrás del sofá,
brincando sobre tu cama,
pasándote la cola por los ojos,
te busco desperezándome en la alfombra,
poniéndome los anteojos para leer
libros de educación del hogar
y no andar chiflada y saber manejar la casa,
poner la comida,
asear los cuartos,
amarte sin polvo y sin desorden,
amarte organizadamente,
poniéndole orden a este alboroto
de revolución y trabajo y amor
a tiempo y destiempo,
de noche, de madrugada,
en el baño,
riéndonos como gatos mansos,
lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados
a los pies del sofá de leer el periódico.

Te quiero como gata agradecida,
gorda de estar mimada,
te quiero como gata flaca
perseguida y llorona,
te quiero como gata, mi amor,
como gata, Gioconda,
como mujer,
te quiero.

sábado, 28 de agosto de 2010

Gatos

Felis silvestris catus (gato doméstico): El gato está en convivencia cercana al hombre desde hace unos 9.500 años. Los ancestros directos de los gatos domésticos habrían abandonando gradualmente la vida silvestre para convivir con la especie humana atraídos por los roedores que parasitaban a las comunidades humanas. Actualmente los gatos domésticos se encuentran agrupados en diversos clades (o grupos genéticos), encontrándose en el rastreo del ADN mitocondrial cinco hembras ancestrales para todas las subespecies gatunas; los mismos rastreos genéticos señalan una procedencia directa de los gatos domésticos actuales con los gatos salvajes del Medio Oriente, no encontrándose la misma proximidad ni con los gatos salvajes africanos (Felis silvestris lybica), ni con los gatos salvajes europeos (Felis silvestris silvestris).

"Dios hizo el gato para ofrecer al hombre el placer de acariciar un tigre." Víctor Hugo

"Si yo prefiero los gatos a los perros es porque no hay gatos policías." Jean Cocteau

"El más pequeño gato es una obra maestra." Leonardo da Vinci

Fernando Pessoa

El amor es una compañía

El amor es una compañía.
Ya no sé andar solo por los caminos,
porque ya no puedo andar solo.
Un pensamiento visible me hace andar
más deprisa
y ver menos, y al mismo tiempo gustar de ir
viendo todo.
Aún la ausencia de ella es una cosa que está
conmigo.
Y yo gusto tanto de ella que no sé cómo desearla.
Si no la veo, la imagino y soy fuerte como los
árboles altos.
Pero si la veo tiemblo, no sé qué se ha hecho
de lo que siento en ausencia de ella.
Todo yo soy cualquier fuerza que me abandona.
Toda la realidad me mira como un girasol con la
cara de ella en el medio.

viernes, 27 de agosto de 2010

Hugo Guerrero Martinheitz


"... aprendí que la vida es insistente, insistente ... , estás pasando frío, estás pasando hambre, y quieres seguir viviendo ..."
(HGM)

Maria Elena Walsh

Ahora

Ahora como un ángel apareces
y me rodeas sin decirme nada.
Ángel que yo cuidara tantas veces
sin saberlo, callada.
En todo lo que miro permaneces

como el aire feliz de la mirada.
Me parezco a tu ausencia y te pareces
a mí resucitada.
Porque viniste cuando me moría

a devolverme a vivas caridades;
porque mi noche muda se hizo día
por gracia de tu voz iluminada,

en esta eternidad con que me invades
yo que no era, soy tu enamorada.

martes, 24 de agosto de 2010

Jorge Luis Borges

El amenazado

Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el
áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas,
la serena amistad, las galerías de la Biblioteca, las cosas comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis
muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran
por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz,
la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitología, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

El oro de los tigres (1972)

domingo, 22 de agosto de 2010

Silvina Ocampo

Los delfines

Los delfines no juegan en las olas como la gente cree.
Los delfines se duermen bajando hasta el fondo del mar.
¿Qué buscan? No sé.
Cuando tocan el fin del agua despiertan bruscamente
y vuelen a subir porque el mar es muy profundo
y cuando suben ¿qué buscan? No sé.
Y ven el cielo y les vuelve a dar sueño y vuelven a bajar dormidos,
y vuelven a tocar el fondo del mar y se despiertan y vuelen a subir.
Así son nuestros sueños.

sábado, 21 de agosto de 2010

Ingeborg Bachmann

Qué difícil es perdonar,
un trabajo muy lento y muy arduo,
del que sola me he ocupado
durante ya muchos años.

El odio me ha enfermado,

me siento deformada, estos abscesos
me prohíben incluso mostrarme
junto a los hombres.

Sólo sé que yo
no puedo odiar más de este modo

ni desear tu muerte,
la cual tampoco deseo,
ni cumpliría yo por mi mano.

He aprendido que la mía

ha de amar a sus enemigos, y
esto es tan simple, pues si no cómo
podrían luego mis enemigos
hacerme más de un mal.
Si se extravía una bala,
si alguien me escupe en la cara,
como ayer, no me guardo pensamientos
contra el amor que me ha sido dado.

Tengo miedo ante el amor
que me has infundido tú,
con la intención más cruel.
Totalmente ajada de cortantes ácidos,

venenos de todo tipo, por el opio,
aturdida por completo en mi destrucción.
Puesto que ya no vivo más en ti,
y muerta me encuentro ya, donde estoy.
Lo que cuentan y persisten son las cúpulas
comen dos veces al día, satisfacen
luego sus necesidades, e
imploran por los medicamentos,
que me han de sumir en un largo sueño.



jueves, 19 de agosto de 2010

Chantal Maillard


Anduve por el dorso de tu mano, confiada...

Anduve por el dorso de tu mano, confiada,
como quien anda en las colinas
seguro de que el viento existe,
de que la tierra es firme,
de la repetición eterna de las cosas.
Mas de repente tembló el universo:
llevaste la mano a tus labios
y bostezando abriste la noche
como una gruta cálida.

Llevabas diez mil siglos despertando
y el fuego ardía impaciente en tu boca.

De "Hainuwele" 1990

[Escultura: 'Confianza', de Lorenzo Quinn]

martes, 17 de agosto de 2010

Elena Poniatowska

El recado

Vine Martín, y no estás. Me he sentado en el peldaño de tu casa, recargada en tu puerta y pienso que en algún lugar de la ciudad, por una onda que cruza el aire, debes intuir que aquí estoy.
Es este tu pedacito de jardín; tu mimosa se inclina hacia afuera y los niños al pasar le arranzan las ramas más accesibles... En la tierra, sembradas alrededor del muro, muy rectilíneas y serias veo unas flores que tienen hojas como espadas. Son azul marino, parecen soldados. Son muy graves, muy honestas.

Tú también eres un soldado. Marchas por la vida, uno, dos, uno, dos... Todo tu jardín es sólido, es como tú, tiene una reciedumbre que inspira confianza. Aquí estoy contra el muro de tu casa, así como estoy a veces contra el muro de tu espalda. El sol da también contra el vidrio de tus ventanas y poco a poco se debilita porque ya es tarde. El cielo enrojecido ha calentado tu madreselva y su olor se vuelve aún más penetrante. Es el atardecer. El día va a decaer.

Tu vecina pasa. No sé si me habrá visto. Va a regar su pedazo de jardín. Recuerdo que ella te trae una sopa cuando estás enfermo y que su hija te pone inyecciones... Pienso en tí muy despacio, como si te dibujara dentro de mí y quedaras allí grabado. Quisiera tener la certeza de que te voy a ver mañana y pasado mañana y siempre en una cadena ininterrumpida de días; que podré mirarte lentamente aunque ya me sé cada rinconcito de tu rostro; que nada entre nosotros ha sido provisional o un accidente.

Estoy inclinada ante una hoja de papel y te escribo todo esto y pienso que ahora, en alguna cuadra donde camines apresurado, decidido como sueles hacerlo, en alguna de esas calles por donde te imagino siempre: Donceles y Cinco de Febrero o Venustiano Carranza, en alguna de esas banquetas grises y monocordes rotas sólo por el remolino de gente que va a tomar el camión, has de saber dentro de tí que te espero.

Vine nada más a decirte que te quiero y como no estás te lo escribo. Ya casi no puedo escribir porque ya se fue el sol y no sé bien a bien lo que te pongo. Afuera pasan más niños, corriendo. Y una señora con una olla advierte irritada: "No me sacudas la mano porque voy a tirar la leche..." Y dejo este lápiz, Martín, y dejo la hoja rayada y dejo que mis brazos cuelguen inútilmente a lo largo de mi cuerpo y te espero.

Pienso que te hubiera querido abrazar. A veces quisiera ser más vieja porque la juventud lleva en sí, la imperiosa, la implacable necesidad de relacionarlo todo con el amor. Ladra un perro; ladra agresivamente. Creo que es hora de irme. Dentro de poco vendrá la vecina a prender la luz de tu casa; ella tiene llave y encenderá el foco de la recámara que da hacia afuera porque en esta colonia asaltan mucho, roban mucho. A los pobres les roban mucho; los pobres se roban entre sí...

Sabes, desde mi infancia me he sentado así a esperar, siempre fui dócil, porque te esperaba. Sé que todas las mujeres aguardan. Aguardan la vida futura, todas esas imágenes forjadas en la soledad, todo ese bosque que camina hacia ellas; toda esa inmensa promesa que es el hombre; una granada que de pronto se abre y muestra sus granos rojos, lustrosos; una granada como una boca pulposa de mil gajos. Más tarde esas horas vividas en la imaginación, hechas horas reales, tendrán que cobrar peso y tamaño y crudeza. Todos estamos —oh mi amor— tan llenos de retratos interiores, tan llenos de paisajes no vividos.

Ha caído la noche y ya casi no veo lo que estoy borroneando en la hoja rayada. Ya no percibo las letras. Allí donde no le entiendas en los espacios blancos, en los huecos, pon: "Te quiero..." No sé si voy a echar esta hoja debajo de la puerta, no sé. Me has dado un tal respeto de ti mismo...
Quizá ahora que me vaya, sólo pasé a pedirle a la vecina que te dé el recado: que te diga que vine.

Silvina Ocampo

El enigma

Fabio, un compañero de colegio, solía venir a casa, a estudiar el piano, después de sus horas de trabajo. En su casa no había piano, ni dinero para comprarlo, ni lugar donde ponerlo si lo hubieran comprado. Era casi siempre al final de la tarde cuando Fabio venía a casa, tomaba un vaso de agua helada, picoteaba alguna fruta del centro de mesa y se sentaba al piano. Le pedíamos que atendiera el teléfono, si estábamos ocupados en algo importante o si teníamos que salir; así fue como un día, en lugar de estudiar el piano, se puso a hablar por teléfono. Las conversaciones duraban cada vez más tiempo y las posturas de Fabio eran cada vez más cómodas. Primero de pie, después sentado en una silla, después sentado en el suelo, después arrodillado, después acostado en el piso.

—¿Con quién hablás? —yo le preguntaba, de puro celosa—.
—No sé. Una voz de mujer contestaba, y al ver mi asombro...
—No sé quién es, creeme; ni sé cómo se llama. No la conozco.
—Te felicito —le dije—. Perdés el tiempo.


Durante un mes duraron las misteriosas conversaciones telefónicas y un día, antes de irse a su casa, me llamó y me dijo:

—Tengo que pedirte un favor. La mujer del teléfono me citó en una confitería. Va a estar vestida de blanco, llevará un libro en la mano, una hojita de hiedra en la solapa y un perro. ¿Irías a ver cómo es?. Tengo miedo que sea una gorda o una vieja o una enana.
—¿Y qué tengo que decirle? —pregunté con inquietud.
—Según como sea.
—¿Si es gorda o vieja?.
—Que estoy tuberculoso o que me muero. —¿Si es una enana?.
—Que soy muy alto para ella —dijo riendo—. O que soy loco. Podrías pedirle una fotografía.
—¿Si es bonita?. ¿Acaso conozco tus gustos?.
—Si es bonita le das cita en un cinematógrafo, para el día siguiente, y le decís que no pude ir por razones de trabajo. Primeramente le pedís una fotografía.
—Trataré de conseguirla. Dame una tuya.
—Muy buena idea —contestó, satisfecho—. Es la única solución.


Buscó ese día entre sus papeles una fotografía y me la dio. La guardé en un cajón. Al día siguiente me vestí de mala gana, por la tarde, para salir. No tenía ninguna curiosidad por conocer a la mujer del teléfono. Perder el tiempo me causa horror; pero mi cariño por Fabio es tan grande que difícilmente le rehúso un capricho. Caminé dos cuadras, antes de advertir que había olvidado la fotografía. Volví a casa y busqué en el cajón. Tuve que llevarme un sobre lleno
de fotografías, para buscar en el camino la de Fabio, pues había quedado mezclada entre las otras. Llegué a la confitería El Tren Mixto, frente a Constitución, a la hora convenida. La sala es grande, con muchas luces que se reflejan en muchos espejos y que me deslumbraron en el primer momento. Me detuve en la puerta de entrada, mirando sin ver a la gente, que estaba sentada frente a las mesas. Fabio me había dicho que la mujer estaría sentada en la cuarta o quinta mesa del lado de la entrada, hacia la derecha, con el perrito llamado Coqueto, a sus pies. La busqué y la vi muy pronto, pero no era rubia, como se había descrito a sí misma (según Fabio me dijo), sino más bien morena, con el pelo renegrido. Me acerqué. Intimidada, tropecé con una silla al acercarme. Me dijo:


—Siéntese.
Me senté sin decir una palabra.
—En los primeros momentos uno no sabe qué decir —me dijo, quitándose los guantes—. Comprendo su turbación. Es tan natural.
—Fabio me pidió que le diga que no pudo venir porque está enfermo. Lo lamenta mucho. Le manda estos jazmines.
Le di el ramo envuelto en papel manteca. Aspiró el perfume de las flores.
—No me gustan los desencuentros —dijo—. No son de buen augurio. Del primer instante de una relación dependen todos los demás. Por eso esta circunstancia no me parece favorable.
—¿Es supersticiosa?.
—Muy —me dijo—. Más de lo que usted puede suponer.
—No creo que en este caso tenga que serlo —le respondí—.
—Éste o cualquier otro es lo mismo —me dijo—.
—Fabio quisiera tener una fotografía suya. Como un gran favor se la manda pedir.
—Tengo pocas fotografías buenas. Tal vez se desilusionaría si viera alguna.
—Aquí le manda la de él.
Saqué de mi bolsillo por error la fotografía de Raimundo Canino, el librero, y se la di. Ella la tomó y la miró distraídamente.
—No se puede saber cómo es una persona por una fotografía, si no la conocemos. Cuando conozca a Fabio, esta fotografía me revelará muchos misterios de su personalidad que aún no conozco. Sólo conozco su voz, que me perturba.
A partir de ese momento, la fotografía le sirvió de abanico.
—¿Quiere tomar algo? —me preguntó bruscamente—. ¿Té, un helado, una taza de chocolate?.
—¿Yo? Siempre tomo té. Es mi bebida predilecta.
No esperó que respondiera y llamó al mozo para que me sirviera un completo. Resultó mucho más natural nuestro diálogo acompañado de algunos sorbos de té y bocados de tostadas con manteca. Hasta reímos del apetito que teníamos.
—A mí me encanta el té de la tarde —exclamaba de vez en cuando—.
Prefiero quedarme sin comer a cualquier otra hora del día.


Cuando estábamos por terminar la última tostada, llamó al mozo, pagó y me pidió que la llevara hasta la salida. Tuve la sensación de acompañar a una paralítica, porque no se desprendía de mi brazo. Me pidió además que llamara un taxi.
En cuanto subió al taxi, me dijo antes de despedirse:
—Dígale a Fabio que lo llamaré mañana. —¿Y la fotografía? —le pregunté—.
Buscó en su billetera.
—Aquí tengo una de la cédula. Parezco una criminal —me dijo, dándome la fotografía, al decirme adiós—.


Cuando volví a casa, Fabio me esperaba. El relato de mi encuentro con Alejandra no lo dejó satisfecho. No me atreví a decirle que la mujer parecía paralítica y que en vez de pelo rubio, tenía pelo negro, pero le di la fotografía, que le gustó. Durante un buen rato quedó mirándola, tapándole primero la boca para mirarle los ojos y la nariz, luego tapándole los ojos y la nariz para mirarle sólo la boca. Acercaba y alejaba la fotografía para mirarla con distintas perspectivas.
Los días pasaron. Fabio esperaba en el teléfono, pero Alejandra no llamaba.


—¡Qué le habrás dicho! —protestaba Fabio—.
—Lo que me dijiste, ni más ni menos.
—Es tan raro que no me llame.
—¿Por qué no la llamás vos?.
—No me dio su número. Si no me llama no tendré la oportunidad de verla nunca, nunca más. ¿Te das cuenta?. Fabio llegó a llorar amargamente.
—Alejandra volverá a llamar —yo le decía a Fabio, deseando que no llamara—.


Y Alejandra volvió a llamar. Inmediatamente Fabio quiso ver a Alejandra y la citó en un cinematógrafo, pero ella no accedió y quiso verlo en la confitería de la otra vez. Supuse que esa entrevista sería el fin de mi amistad con Fabio, puesto que él se enteraría de la fotografía del librero, que por error yo le había dado a Alejandra; no fue así. El curso de los acontecimientos fue inesperado.
Cuando volvió de la cita, Fabio me dijo consternado:


—Me mandó una emisaria, pretextando un dolor de cabeza. Esa mujer me volverá loco.
—¿Quién era la emisaria?
—Una amiga de ella. Para desesperarme. Nada más que para desesperarme. Ahora sí que estoy enamorado.
Alejandra y Fabio tardaron mucho en encontrarse. Siempre sucedía algo, algún inconveniente por el que alguno de los dos no acudía a la cita. Presentían, tal vez, un desenlace trágico.
Al fin se dieron cita en la confitería El Tren Mixto. Acudieron trémulos de impaciencia y de amor. Coqueto, debajo de la mesa, les lamía los pies.
Después de hablar de mil cosas, que por teléfono no se pueden hablar, Alejandra, antes de despedirse, sacó, amorosamente de su cartera, la fotografía de Raimundo Canino, que había encuadrado en un marquito de cuero, y la besó.


—No me separo de tu foto —exclamó enseñándole la fotografía—.
Fabio no supo si reír o llorar. En el primer momento creyó que era una broma.
Todo esto me lo contó en el paroxismo de la desesperación.


¿No la vio más?. ¿No pudo soportar ese engaño, ni esa cara de Raimundo Canino, besada, en una fotografía, por Alejandra?. ¿Se preguntó Fabio si fue por distracción o por cinismo que sacó de la cartera esa fotografía?. No me atreví a decirle nada. Quise confesarle mi error, pero no volví a verlo, porque se había mudado de casa y no dejó la nueva dirección.

lunes, 16 de agosto de 2010

Idea Vilariño

Todo es muy simple

Todo es muy simple mucho
más simple y sin embargo
aún así hay momentos
en que es demasiado para mí
en que no entiendo
y no sé si reírme a carcajadas
o si llorar de miedo
o estarme aquí sin llanto
sin risas
en silencio
asumiendo mi vida
mi tránsito
mi tiempo.

Ovidio

Ars amandi

¡Que la mujer sienta el placer de Venus penetrarla hasta lo más profundo de su ser, y que el goce sea igual para su amante que para ella!

¡Que las conversaciones amorosas y los dulces murmullos no se interrumpan jamás, y que las palabras lascivas encuentren un lugar entre vuestros juegos!

Eduardo Galeano


domingo, 15 de agosto de 2010

Mario Benedetti

No te salves

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves

no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo

no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces

no te quedes conmigo.

Charles Bukowski

“Siempre recuerdo que, en el patio de la escuela, cuando aparecía la palabra ‘poeta’ o ‘poesía’, todos los pendejos se reían y se burlaban. Puedo ver por qué: es un producto falso. Ha sido falso y snob y endogámico por siglos. Es ultradelicado, sobreapreciado. Es un montón de mierda. Durante siglos, la poesía es casi basura total. Es una farsa. Ha habido grandes poetas, no me entienda mal.
Hay un poeta chino llamado Li Po. Podía poner más sentimiento, realismo y pasión en cuatro o cinco sencillas líneas que la mayoría de los poetas en sus doce o trece páginas de mierda. Y bebía vino también. Solía quemar sus poemas, navegar por el río y beber vino. Los emperadores lo amaban porque podían entender lo que decía.
Por supuesto, sólo quemó sus poemas malos. Lo que yo quise hacer, si me disculpa, es incorporar el punto de vista de los obreros sobre la vida... los gritos de sus esposas que los esperan cuando vuelven del trabajo. Las realidades básicas de la existencia del hombre común... algo que pocas veces se menciona en la poesía desde hace siglos.
Mejor, que quede registrado que dije que la poesía es una mierda desde hace siglos. Y una vergüenza”.

viernes, 13 de agosto de 2010

Andrés Aranda


Bola extra: El Caos

"(...) una masa bastante cruda e indigesta, un bulto sin vida, informe y sin bordes, de semillas discordantes y justamente llamada Caos" Ovidio, 'Las Metamorfosis', I, 7.

El caos. La no-oscuridad. La no-luz.
El encendido cósmico (Y cómico) de la leche de la vía láctea aún en off.
Dicen los etimologistas que el caos en griego es "lo impredecible".

Pero en realidad el Caos, posteriormente, en el lenguaje protoindoeuropeo, significó "hueco", "muy abierto". Y como los idiomas son una convención, y a veces las convenciones no llegan a buen puerto, el caos pasó a ser... el desorden.

El Caos es la complejidad de la causalidad. La génesis de un montón de eventos que se confabulan por alguna razón inexplicada y que tienen (tal vez) la capacidad de desencadenar una serie de acontecimientos más complejos.

El bendito efecto mariposa.
¿Y por qué se llama efecto mariposa? Bueno, Ray Bradbury escribió a mediados del siglo pasado un cuento que se llamó "A sound of thunder".
En ese cuento, dos amigos consiguen viajar en el tiempo. En un momento dado ellos matan a un insecto. Y cuando regresan a su tiempo se dan cuenta de que el mundo es sensiblemente diferente al que conocían.

Ese pequeño cambio había sido suficiente para cambiar el Universo.
Les pido que recuerden esto: un mínimo cambio suficiente para cambiar el universo conocido.
El bicho era una mariposa. Una mariposa surgida del Caos, que era el espacio abierto, la pura extensión ilimitada, el abismo.
Súbitamente, del Caos surgió la primera realidad sólida: Gea, la Tierra.

Fue ella quien dio un sentido y un orden al Caos, al limitarlo, e instaló en él el suelo, escenario de la vida.

El Caos era la primera figura de la creación. El que salió de la nada. Y junto a Nix, Érebo y Tártaro fueron la delantera del primer equipo de deidades.

Las tradiciones órficas eran más optimistas, veían el origen de todo en la noche, en Nix. Aristófanes, en su obra los Pájaros, los representaba de este modo, como aves que copulaban y engendraban nuevos dioses.

Los asirios representaban el Caos a través de un dragón de cuerpo desmembrado llamado Tiamat, a partir de cuyos trozos se formó el universo conocido.

Pero a mí me gusta pensar en esa leyenda tal vez no tan conocida.
Dice así: se cuenta que en el inmenso Caos vivía, solitaria y poderosa, la bella diosa Eurínome. Le gustaba mucho bailar, pero no tenía dónde... vivía en la Nada.

Es jodido querer bailar y no tener nada sólido donde apoyar los pies.

Entonces separó el mar del cielo con un tarugo cósmico. Y empezó a saltar, feliz, sobre esas olas. Fue la primera transformación del caos. Al bailar tanto y tan bien, uno ya sabe, se le empiezan a arrimar curiosos.

El primero que se acercó fue el viento norte. Y la sacó a bailar.

Eurínome abrazó a su fluido compañero y, con manos nerviosas, lo restregó incansablemente, hasta que lo tornó sólido.

Como el universo de esta diosa sólo estaba compuesto por olas y por pasos de baile, naturalmente convirtió el viento en una inmensa onda.

Una serpiente. Ella le puso de nombre Ofión. De ahí la denominación de las serpientes como ofidios.

Ofión se tendió a sus pies y la vio bailar. Y se enamoró de ella. Y mientras la rodeaba con su cuerpo, no pensaron en nada más; y todo volvió a ser caos por un rato. Y la amó, haciéndola engendrar todas las cosas que existen en el mundo.

¿Y qué es el amor más que la degradación de Caos? El poner en orden las piezas sin dejar de ser vulnerables al desamor... el sentir que has llegado a alguna parte aunque no dejes de andar. El estar feliz sólo por el hecho de recibir un beso, de sentirse deseado, de tomar una sopa caliente, de sentirse buscado, y dejarse encontrar.

El Caos, hoy puede ser la vida de cualquiera de nosotros. Algo que surge de la nada, y nos desconcierta. La mentalidad herrumbrosa que nos impide dejar atrás el dolor, la culpa, la anhedonia.

No podemos evitarlo. Es imposible.

Por lo tanto, debemos vivir con eso, manejarlo. El amor no es lo opuesto al Caos. Para nada. El amor es Caos, es desorden, es pérdida del sentido de las prioridades, es terror a perderla, o perderlo; es esa incertidumbre de no saber por qué te han elegido; es esa sensación de no saber si estás haciendo lo correcto, o si estamos dándonos en exceso o siendo avaros con nuestros sentimientos.

Eso es el amor, amigos. Es astucia e idiotez; es insensibilidad y generosidad; es un golpe en plena cara, y una caricia en el pelo. Es querer ser mejor. Es Querer Ser.

El Caos es doloroso, e implacable.

Es como una máquina de esas que están arreglando algo ahí afuera, y que te lobotomiza, y no podemos hacer nada para detenerla. Pero en algún momento el operario se cansa, o llega la hora de comer, o simplemente el trabajo está hecho. Y el sonido se detiene. Y llega la paz, como suele pasar. Eventualmente la molestia acaba. Y uno, no sé si por masoquista o por simplemente ser humano, echa de menos ese ruido de mierda. Hasta que lo supera. Pero nunca lo olvida.

El Caos es doloroso, e implacable.

Pero, en realidad, el origen de todo lo bello está en el Caos. En esa mezcolanza ("mezcolanza", brumosa y bella palabra) de sensaciones, sentimientos, emociones y prohibiciones que dejan que surja algo nuevo.

Hoy mismo, quien suscribe, ve el Caos con sus propios ojos. Y le fascina verlo.

Observarlo de frente y comprender que esa impredecible mixtura de sensaciones puede engendrar algo tan maravilloso como unos ojos que te miran en un momento en que deseás ser mirado, algo tan nefasto como la imposibilidad de dejarse llevar por la felicidad, algo tan delicioso como recordar en cualquier momento y en cualquier lugar que a ella no le gusta quitarse los calcetines para hacer el amor, o que es impulsiva, peligrosa y atrevida. Algo tan insignificante como aquello que dijiste hace semanas y es recordado por el otro. Algo tan doloroso como saber que no se puede estar juntos simplemente "porque no se puede". Al menos hoy.

En fin, el Caos es lisa y llanamente la posibilidad de desdoblarse, y de bailar en la nada. De resistirse a la espantosa sensación de no ir a ninguna parte.

El Caos es, y a vos te estoy hablando esta vez.

Sí, a vos: El Caos es la razón por la que te he elegido.
Y vamos a salir de él.

Y por supuesto, será bailando.

[Publicado por el autor el 9 de Agosto de 2010]

Florencia Abadi

desamor –qué raro sería, le digo, muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez una lluvia que dé señales más claras– hablar me avergüenza de...

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