martes, 27 de abril de 2010

Alejandra Pizarnik

Cold in hand blues

y qué es lo que vas a decir
voy a decir solamente algo
y qué es lo que vas a hacer
voy a ocultarme en el lenguaje
y por qué
tengo miedo

miércoles, 21 de abril de 2010

Idea Vilariño

Carta II

Estás lejos y al sur
allí no son las cuatro.


Recostado en tu silla
apoyado en la mesa del café
de tu cuarto
tirado en una cama
la tuya o la de alguien
que quisiera borrar
-estoy pensando en tí

no en quienes buscan
a tu lado

lo mismo que yo quiero-.

Estoy pensando en tí

ya hace una hora
tal vez media, no sé.


Cuando la luz se acabe
sabré que son las nueve
estiraré la colcha
me pondré el traje negro
y me pasaré el peine.
Iré a cenar, es claro.

Pero en algún momento
me volveré a este cuarto
me tiraré en la cama

y entonces tu recuerdo
qué digo
mi deseo de verte
que me mires
tu presencia de hombre

que me falta en la vida
se pondrán
como ahora te pones en la tarde
que ya es la noche
a ser la sola única cosa
que me importa en el mundo.




domingo, 11 de abril de 2010

Diana Bellessi

Nadie entra aquí con las palabras

En medio de la noche me despierta tu sueño,
el sueño donde estabas.
El cuerpo a medias entregado
lengua boca dedos
tienden los puentes
a la roca giratoria del deseo.
Tu abrazo en otro abrazo,
rosa de los senos donde mamo.
En medio de la noche
me despierto y repito sacro sacro
el pan ha sido devorado
la miel el vino y las cerezas.

sábado, 10 de abril de 2010

Oliverio Girondo

Llorar a lágrima viva ...

Llorar a lágrima viva.
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas, las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo...
si es verdad que los cacuíes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz, con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría.
Llorar de frac, de flato, de flacura.
Llorar improvisando, de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

viernes, 9 de abril de 2010

Clarice Lispector

Tentación

Ella tenía hipo. Y como si no bastara la claridad de las dos de la tarde, era pelirroja.
En la calle vacía, las piedras vibraban de calor; la cabeza de la chiquilla llameaba.

Sentada en los escalones de su casa, lo soportaba. Nadie en la calle, sólo una persona esperando inútilmente en la parada del tranvía.

Y como si no bastara su mirada sumisa y paciente, el hipo la interumpía a cada momento, sacudiendo su mentón que se apoyaba acomodado en la mano. ¿Qué hacer con una chica pelirroja con hipo? Nos miramos sin palabras, desaliento contra desaliento. En lacalle desierta ninguna señal de tranvía . En una tierra de morenos, ser pelirrojo era una involuntaria rebelión.

¿Qué importaba si en un día futuro su marca iba a hacerla erguir insolente una cabeza de mujer? Por ahora estaba sentada en un escalón centelleante de la puerta, a las dos de la tarde. Lo que la salvaba era un monedero viejo de señora, con la cremallera rota. La aseguraba con un amor conyugal ya acostumbrado, apretándola contra las rodillas.
Fue entonces cuando se aproximó a su otra mitad en este mundo, un hermano de Grajaú. La posibilidad de comunicación surgió en el ángulo caliente de laesquina, acompañando a una señora, y encarnada en la figura de un can. Era un basset lindo y miserable, tierno bajo su fatalidad. Era un basset pelirrojo. Allá venía él trotando, delante de su dueña, arrastrando su largura. Desprevenido, acostumbrado, perro.

La chica abrió os ojos asombrada. Suavemente avisado, el perro se paró delante de ella. Su lengua vibraba. Ambos se miraban. Entre tantos seres que están preparados para volverse dueños de otro ser, allí estaba la chica que había venido al mundo para tener aquel perro. Él se estremecía con suavidad, sin ladrar. Ella lo miraba bajo los cabellos, fascinada, seria. ¿Cuánto tiempo estaba pasando? Un gran hipo desafinado la sacudió. Él ni siquiera tembló. También ella pasó por encima el hipo y continuó mirándolo fijamente. Los pelos de ambos eran cortos, rojizos. ¿Qué fue lo que se dijeron? No se sabe. Tan sólo se sabe que se comunicaron rápidamente, porque no había tiempo. Se sabe también que sin hablar se pedían. Se pedían con urgencia, intrigados, sorprendidos.

Pero ambos estaban comprometidos. Ella, con su infancia imposible. Él con su naturaleza aprisionada.


La dueña esperaba impaciente bajo la sombrilla. El basset pelirrojo finalmente se desprendió de la chica y salió sonámbulo. Ella quedó perpleja, con el acontecimiento en las manos, en una mudez que ni su padre ni su madre comprenderían . Lo acompañó con los ojos negros que apenas creían, doblada sobre el monedero y las rodillas, hasta verlo doblar la otra esquina.

Pero él fué más fuerte que ella. Ni una sola vez miró hacia atrás.

miércoles, 7 de abril de 2010

Celtas


Antigua bendición celta

Que el camino salga a tu encuentro.

Que el viento siempre esté detrás de ti y la lluvia caiga suave sobre tus campos.

Y hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te sostenga suavemente en la palma de su mano.

Que vivas por el tiempo que tú quieras, y que siempre quieras vivir plenamente.

Recuerda siempre olvidar las cosas que te entristecieron, pero nunca olvides recordar aquellas que te alegraron.

Recuerda siempre olvidar a los amigos que resultaron falsos, pero nunca olvides recordar a aquellos que permanecieron fieles.

Recuerda siempre olvidar los problemas que ya pasaron, pero nunca olvides recordar las bendiciones de cada día.

Que el día más triste de tu futuro no sea peor que el día más feliz de tu pasado.

Que nunca caiga el techo encima de ti y que los amigos reunidos debajo de él nunca se vayan.

Que siempre tengas palabras cálidas en un anochecer frío, una luna llena en una noche oscura, y que el camino siempre se abra a tu puerta.

Que vivas cien años, con un año extra para arrepentirte.

Que el Señor te guarde en su mano, y no apriete mucho su puño.

Que tus vecinos te respeten, los problemas te abandonen, los ángeles te protejan, y el cielo te acoja.

Y que la fortuna de las colinas irlandesas te abrace.

Que las bendiciones de San Patricio te contemplen.

Que tus bolsillos estén pesados y tu corazón ligero.

Que la buena suerte te persiga, y cada día y cada noche tengas muros contra el viento, un techo para la lluvia, bebidas junto al fuego, risas para que te consuelen aquellos a quienes amas y que se colme tu corazón con todo lo que desees.

Que Dios esté contigo y te bendiga, que veas a los hijos de tus hijos, que el infortunio te sea breve y te deje rico en bendiciones.

Que no conozcas nada más que la felicidad. Desde este día en adelante, que Dios te conceda muchos años de vida, de seguro Él sabe que la tierra no tiene suficientes ángeles.

Que el camino salga a tu encuentro. Que el viento siempre esté detrás de ti y la lluvia caiga suave sobre tus campos.



lunes, 5 de abril de 2010

César Mermet

Maneras de ausencia

De lo que me faltas crezco, tu falta me alarga hasta mañana, del aire de tu ausencia respiro, del tiempo que me faltas rejuvenezco, del hambre tranquila de tenerte me alimento. Tu no estar me acompaña en la noche y el día como el anillo de largos años cuyo extravío ciñe el dedo de desnudez y desconcierto.

De lo que me faltas crezco, como las ramas hacia la luz, imposible y nutricia. Tu falta me alarga hasta mañana, mañana es tu mejor nombre, la luz futura te arregla los cabellos y es para encontrarte al día siguiente que consigo anochecer cada día.

Yo enriquezco de tu falta, qué incontables esperanzas acumulas faltando, a cada instante es más preciosa tu ausencia y yo el único que tiene en la mano el monto entero de tu falta. Porque ensayé el derroche por festejarte presente y ausente, desperté mis subsuelos, encendí minas, multipliqué cristales, puse al oro en celo, ayunté las gemas, me supe inagotable. Tender a ti, abarcar tu escándalo, bloquearte las jugadas, las travesuras y las coreografías, me hizo espacial, curvo y abierto.

Me faltas como el gramo de menos que pone en marcha el mecanismo, como la repentina falta del leve pájaro pone en marcha el duraznero y cimbra, y toda la luz de la mañana parpadea.
Me faltas ahora benignamente como la lluvia al campo cuando las primeras gotas comienzan.
Me faltas como el regalo prometido en el gozoso noviciado de la espera.
Me faltas como en la víspera de la fiesta falta la música a todo el pueblo y todos viven de la música que les falta, y los cuchillos y herraduras del herrero ese día se templan con la música de mañana y tañen, cantan, cortan y galopan felizmente.
Me faltas como la posesión más querida, como un campo en otra provincia en la época en que la mies madura, me faltas como una plantación de limones al otro lado del río, que amarilla y aroma por detrás del sueño. Pequeña, clavo de olor, especia del alma, me faltas necesaria simple y segura como le falta el azafrán al guiso pálido. Por favor, tú, mi falta, acentúame el tiempo, oriéntame el espacio, hazme dinámico y esdrújulo, lánzame faltándome por sobre el largo día, ayúdame a vivir desazonándome, accióname como un dulce desnivel, como el declive que echa a rodar el siglo inerte de la piedra, como la diferencia de sensación entre el tobillo izquierdo y el derecho, de donde nace la marcha, y como el otoño adonde fluye toda la savia del año hasta agolparse en los racimos.

Me gusta que me faltes, es extraño, estoy cómodo con mi carencia, siento que la vida me debe, que la luz siempre paga, y benévolamente contemplo la calle con sensatez y tolerancia, como un acreedor agrario de buen pasar y corazón sin agriura dejo que transite en paz el día, que el tiempo trabaje por mi cuenta, que las horas se afanen, que los pájaros vuelen en mis dominios, que las palomas ilustren mi calma, sin reclamar los dominios de mi calma.

Por favor, no dejes de faltarme, fáltame así de suave, fáltame suavemente, yo saboreo tu falta como una mata dulce nacida al borde del agua, con sabor a transcurso y a promesa de un gusto a mata dulce, cumpliéndose sabrosa, interminablemente.

César Mermet (1963)

[gracias Claudio C.]

sábado, 3 de abril de 2010

Jorge Luis Borges

Juan López y John Ward

Les tocó en suerte una época extraña.

El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos.

Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.

López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown.

Había estudiado castellano para leer el Quijote.

El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte.

Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.

Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.

El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.


jueves, 1 de abril de 2010

Julio Cortázar

"Felices los que eligen, los que aceptan ser elegidos, los hermosos héroes, los hermosos santos, los escapistas perfectos."

Florencia Abadi

desamor –qué raro sería, le digo, muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez una lluvia que dé señales más claras– hablar me avergüenza de...

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