miércoles, 28 de diciembre de 2011

Giorgos Dalaras

Efta fores (εφτα φορες)

‎Lo que no puedas abrir, ciérralo,
y lo que no puedas masticar, escúpelo.
Lo que no puedas morder, bésalo
y lo que hayas aprendido hasta ahora, olvídalo.
Y recuerda siempre esto: de siete veces que caigas,
levántate ocho y recuerda siempre esto:
de siete veces que caigas, levántate ocho.

Lo que no puedas resucitar, entiérralo.
Lo que no puedas decir con palabras, escríbelo.
Lo que no puedas soportar, sopórtalo
y lo que odies más, ámalo.
Y recuerda siempre esto:
de siete veces que caigas, levántate ocho.

martes, 29 de noviembre de 2011

Juan Gelman

Una mujer y un hombre
llevados por la vida,
una mujer y un hombre cara a cara
habitan la noche, desbordan por sus manos,
se oyen subir libres en la sombra,
sus cabezas descansan en una bella infancia
que ellos crearon juntos, plena de sol, de luz,
una mujer y un hombre atados por sus labios
llenan la noche lenta con toda su memoria,
una mujer y un hombre más bellos en el otro
ocupan su lugar en la tierra.

"Como esperanza"

Sarah Kane

I've never in my life had a problem giving another person what they want. But no one's ever been able to do that for me. No one touches me, no one gets near me. But now you've touched me somewhere so fucking deep I can't believe and I can't be that for you. Because I can't find you.

(4.48 PSYCHOSIS)

martes, 22 de noviembre de 2011

Macedonio Fernández

A veces, a tu lado...

A veces, a tu lado,
se entrecierran tus ojos y me olvidan ....

Olvidado y cerca de tí
soy como quien quedó en la noche
a la cabecera de un amor que se ha dormido.
Pero no duermes, partes; amas siempre, pero no
a mí.
Vigilo entonces
la anudación que se labra entre nuestras horas
y ardientemente busco
echar, sin que lo sepas,
nuevo nudo, invisible y el más fuerte.
Mas no puedo trabarlo cuando ya has tornado.

Y siempre quedaré temiendo
ese pasado tuyo que vuelve,
ese presente tuyo que me quitas.



Macedonio Fernández en ''Poemas''
De: Ediciones Corregidor.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Hermann Hesse

''Lo blando es más fuerte que lo duro; el agua es más fuerte que la roca; el amor es más fuerte que la violencia.''

jueves, 20 de octubre de 2011

Oscar Wilde

—¿Ha comprendido usted bien qué cosa tan admirable es la piedad? Por mi parte, doy gracias a Dios todas las noches —sí, de rodillas doy gracias a Dios— por habérmela hecho conocer. Yo entré a la prisión con un corazón de piedra y pensando tan sólo en mi placer; pero, ahora mi corazón se ha roto... y la piedad ha entrado en él. Ya sé que la cosa más grande y más hermosa del mundo es la piedad. Y he aquí por qué no puedo guardar rencor a quienes me condenaron, ni a nadie; pues sin ellos yo no habría conocido todo esto.


Oscar Wilde en conversación con Frank Harris

lunes, 17 de octubre de 2011

A. Mineko

Hace semanas que me visto con el mismo vestido,
y me derramo sola y pesada en la cama.
Mártir ausente, silenciosa, creyente de este tiempo sin palabras,
de esta ausencia impiadosa que se hace sólida y me amenaza
como un puñal o una mirada loca a mi alma
que cautiva del dolor que después será luz solo atina a seguir
y no le pone a eso mucho más que el deseo irracional de sobrevivir,
porque ahora, mirá bien lo que digo, ahora no puedo vivir.
No ausente, no abriéndome las heridas para que sangren
y mostrarme crucificada en la cama de dolor,
no buscando frenéticamente en cada coincidencia una señal
una predicción catastrófica de que serás, pero ahora no sos.
Y por eso cierro las ventanas, cierro las puertas, me encierro adentro de mí misma.
No salgo ahora ya de mí y no dejo que nadie me entre,
me regodeo en mi soledad, en mi fealdad, en mi todo que se cae.
Antes no, antes, yo antes sabía tanto de las risas.
Pero eso era antes, ahora yo sé tanto del dolor, de la tristeza, de esta muerte anunciada,
de la esperanza y de la maldita ilusión que nunca es nada más que ilusión.
Ya ves, es otro sábado en que desnuda me acuesto sola con los recuerdos.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Alejandra Pizarnik





Amantes


una flor


no lejos de la noche


mi cuerpo mudo


se abre


a la delicada urgencia del rocío





(''Los trabajos y las noches'', 1965)





jueves, 15 de septiembre de 2011

Raúl Brasco

Amor I

A ella le gusta el amor. A mí no. A mí me gusta ella, incluído, claro está, su gusto por el amor. Yo no le doy amor. Le doy pasión envuelta en palabras, muchas palabras. Ella se engaña, cree que es amor y le gusta; ama al impostor que hay en mí. Yo no la amo y no me engaño con apariencias, no la amo a ella. Lo nuestro es algo muy corriente: dos que perseveran juntos por obra de un sentimiento equívoco y otro equivocado. Somos felices.

Amor II

Pretende que yo estoy enamorada del amor y que a él sólo le interesa el sexo. Dejo que lo crea. Cuando su cuerpo me estremece, lo atribuye a sus muchas palabras. Cuando mi cuerpo lo estremece, lo atribuye a su propio ardor. Pero me ama. Y no lo saco de su engaño porque lo amo. Sé muy bien que seremos felices lo que dure su fe en que no nos amamos.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Antonio Gamoneda

Amor

Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.

Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.

Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz
y a estar en paz con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.

lunes, 29 de agosto de 2011

Julio Cortázar


Hic Et Nunc

La nobleza, las grandes palabras, que mal le van
a esta ternura sin mejillas que tocar,
a esta lengua sin labios que entender.
Envilece un amor así que rebota en las paredes del cuarto
o se va cayendo a pedazos de palabras, esto.

Es inútil la argucia y la esperanza,
somos la previsión,
los ojos y la boca orientados al viento. ¿Qué me vale
lo que fue, la suave crónica?
Siempre andaré buscándote en el hoy
de esta ciudad, de esta hora.
Si me doy vuelta, oh Lot, eres la sal
donde mi sed se hace pedazos.

Mira de qué sustancias vivo,
pero no me tengas lástima, yéndote así
todavía más.


miércoles, 24 de agosto de 2011

Jorge Luis Borges

Haiku 4

Callan las cuerdas.
La música sabía
lo que yo siento.

Alejandra Pizarnik

Poema 3

Sólo la sed
el silencio
ningún encuentro

cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra

domingo, 14 de agosto de 2011

Roberto Juarroz



Un amor más allá del amor,
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y de la compañía.
Un amor que no necesite regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.
Un amor para estar juntos
o para no estarlo
pero también para todas las posiciones
intermedias.
Un amor como abrir los ojos.
Y quizá también como cerrarlos.


viernes, 12 de agosto de 2011

Rainer M. Rilke


''Quiero implorarle para que sea paciente con todo lo que no está resuelto en su corazón e intente amar. Las preguntas son como habitaciones cerradas y como libros escritos en idioma extranjero. No busque respuestas que no pueden ser dadas porque no sería capaz de vivirlas. Y la cuestión es vivir todo. Viva las preguntas ahora. Tal vez así, usted, gradualmente, sin darse cuenta, vivirá la respuesta un día distante
.''

lunes, 8 de agosto de 2011

Paul Celan


En los ríos, al norte del futuro,
tiendo la red que tú
titubeante cargas
de escritura de piedras,
sombras.



De "Cambio de aliento" 1967
Versión de José Ángel Valente

viernes, 5 de agosto de 2011

Ernest Hemingway

‎10 consejos de Hemingway para escribir algo importante en la vida:

1. Enamorarse.
2. Creer en uno mismo cuando se escribe.
3. Mirar el mundo.
4. Frecuentar a los escritores del barrio.
5. No perder el tiempo.
6. Escuchar música y mirar pintura.
7. Leer sin parar.
8. No buscar explicarse a uno mismo.
9. Seguir aquello que te da placer.
10. Callarse la boca.

lunes, 25 de julio de 2011

Eduardo Galeano

Océanos

En el océano del vacío
hay nombres, nombres, nombres.

En el océano de lo perdido,
hay nombres.

¿Quién responde
a este chorro de alma
que los llama? Un oleaje
de nombres, nombres, nombres.

¿Qué los separa de la grande muerte
en brazos ya de lo que fueron?

martes, 19 de julio de 2011

Oscar Wilde

''La Balada de la cárcel de Reading'', de Oscar Wilde.
(foto copyright de la Biblioteca Nacional de Irlanda)

Y todos los hombres matan lo que aman,
que esto sea oido por todos,
algunos lo hacen con una mirada amarga
algunos con palabras halagadoras
el cobarde lo hace con un beso
el valiente con una espada.




Estrofa final de varias de las partes en que se divide la obra en verso escrita por Oscar Wilde durante su exilio en Berneval o Dieppe, Francia. Fue escrita tras su liberación de la prisión de Reading en torno al 19 de mayo de 1897. El poema es una de las baladas más representativas tanto del autor como de la literatura en inglés.



Pascal Bruckner

La obligación de ser feliz

La felicidad, tal como reconoce el propio Bruckner, es un concepto difícil de circunscribir. Podemos darle el significado de bienestar, satisfacción, alegría y placer, así como también varias otras definiciones, pero más allá de lo que implique, es un tópico filosófico que se remonta a los inicios mismos de la disciplina.
Para los antiguos griegos, la felicidad era sinónimo de la buena vida. Ser feliz era desempeñar un papel armónico en una sociedad ordenada. El cristianismo reemplazó la felicidad por la salvación, una vida de negación por la promesa de la gloria eterna después de la muerte. Fue la Ilustración la que devolvió la felicidad a la tierra y la Declaración de Independencia norteamericana garantizó el derecho “a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.


Según Bruckner, lo que en su momento fue un derecho se ha metamorfoseado en obligación, sobre todo después de la revolución social de los sesenta, en la cual una combinación del crédito disponible y la píldora anticonceptiva ayudaron a introducir una época de gratificación instantánea. De golpe, los radicales pudieron proclamar, como escribe Bruckner, que quien “desea no puede ser culpable... el pecado procede sólo de las prohibiciones”.
Sin embargo, la “generación del yo” habrá hablado quizá de “nosotros y ellos”, pero su sujeto implícito era el sí mismo. Y como tal, el hippie feliz resultó ser un mito. “Después de los 60, ya no hubo más distancia entre la felicidad de uno y uno mismo”, explica Bruckner. Uno se convierte en su propio obstáculo principal. Para vencer ese obstáculo se abrió un enorme mercado: la medicina para modificar el humor, la cirugía para modificar el cuerpo, y asimismo la propagación de la terapia y las religiones nuevas o reformadas. De modo que Jesús ya no es ese Dios trascendente, sino un instructor de vida que nos ayuda a superar la adicción y el resto”.

Bruckner sugiere que al no haber nada entre nosotros y la felicidad, fuera de nuestra voluntad de capturarla, hay una compulsión moral que pesa sobre nosotros a ser felices –y precisamente esa presión social es la que hace infelices a muchas personas. “Debemos preguntarnos por qué la depresión se ha convertido en una enfermedad. Es una enfermedad de una sociedad que está buscando desesperadamente la felicidad, que no podemos atrapar. Y por eso la gente se desmorona”.

Desde que salió publicado el libro, la felicidad ha adquirido mayor significación como tema académico. Hace dos años, una comisión designada por Nicolas Sarkozy recomendó que se tomara el índice de felicidad como un indicador del progreso social; David Cameron habla de adoptar un enfoque similar. Al mismo tiempo, la felicidad es un terreno fértil de investigación para psicólogos y genetistas. Algunos estudios han demostrado que dejando de lado la transición de muy pobre a pobre, un cambio en la riqueza material no parece tener un impacto grande en los niveles de felicidad. Esto se explica por la “rueda hedónica”, que plantea que a todo mejoramiento de situación le corresponde una expansión de la expectativa. Por ende, la satisfacción material está destinada a permanecer fuera de nuestro alcance.
“El bienestar es objeto de la estadística”, dice. “La felicidad no”. Pero no se abstiene de dar algún consejo.
“A la felicidad la llamamos como llamamos a un perro. No podemos dominar la felicidad, no puede ser fruto de nuestras decisiones. Tenemos que ser más humildes. No porque debamos elogiar la fragilidad o la humildad sino porque las personas son muy desdichadas cuando se esfuerzan y fracasan. Tenemos mucho poder en nuestras vidas pero no el poder de ser felices. La felicidad es más como un momento de gracia”.

Bruckner insiste en hacer hincapié en que la felicidad tiene más en común con un accidente que con una elección consciente. Curiosamente, el origen de la palabra reside en la palabra del nórdico antiguo: happ . Pero dejar la felicidad librada al azar, advierte Bruckner, no es lo mismo que ignorarla. “Se dice que si no buscamos la felicidad, ésta llegará. En realidad, no es tan fácil. Si le damos la espalda a la felicidad, podríamos perderla. Es una trampa y no creo que haya una salida, salvo quizá que a la verdadera felicidad no le importa la felicidad. Sólo se la puede alcanzar indirectamente”.

La cuestión de la “verdadera” felicidad orienta desde hace tiempo la política revolucionaria. Tal como muestra Bruckner, la condena de la convención “burguesa” y todos los placeres “mezquinos” que la acompañan es un rasgo de los extremos tanto de la izquierda como de la derecha. Fue en definitiva Karl Marx, el teórico de la “falsa conciencia” quien dijo que “abolir la religión como felicidad ilusoria del pueblo es exigir su verdadera felicidad”.
En la actualidad, la ilusión de felicidad se discute la mayoría de las veces en términos de consumo. Pese a reconocer el vacío de gran parte del consumo, Bruckner percibe en el mensaje anticapitalista una versión corregida de la moralidad cristiana, “en la cual la vida ordinaria es pecaminosa”. “Uno de los propósitos de mi trabajo es mostrar que en los 60 pensábamos que nos habíamos librado de todos los tabúes y los mandamientos de la burguesía y de la sociedad cristiana”, dice. “Trato de mostrar que esos mandamientos están volviendo a través de nuestra búsqueda de felicidad y en nuestros sentimientos culpables. Seguimos siendo cristianos en nuestra mente, pese a creer que matamos a Dios”.

El día que visité a Bruckner en París era gris, húmedo e inusualmente sombrío. Se lo veía muy entusiasta. Si no supiera cómo son las cosas, diría que parecía casi feliz.


(c) The Observer, 2011.


sábado, 2 de julio de 2011

Fito Páez

Te perdiste en el huracán
viste cómo son las cosas
te aferras, te aferras, te aferras
y el viento te lleva igual
que los dioses te protejan donde vayas
y que tus santos te cuiden en el mar...
El olvido no perdona,
viste cómo son las cosas
del polvo venimos, andamos,
después todo al polvo va
yo no creo en volver a empezar...
Lo que un día ví no lo veo más
veo una serpiente, amarilla violenta

se muerde la cola.
Tanta estupidez, tanta vanidad,
y lo que fue hermoso
nunca más ya lo será...
Llueve y está gris el sol ya vendrá,
casi siempre está nublado en London Town...

Y así se pasan los años,
viste cómo son las cosas,
volvemos, volvemos, volvemos,
al fin al mismo lugar,
mientras tanto fumo un faso en London Town.
Ella dice que está bien, él dice que está mal,
no se cansan nunca de actuar,
de actuar, ésa misma pena
Tanta estupidez, tanta vanidad,
y lo que fue hermoso nunca más ya lo será
Llueve y está gris, el sol ya vendrá...
Buena suerte nena desde... London Town.



"London town"

domingo, 26 de junio de 2011

Francis S. Fitzgerald



Toda vida es un proceso de demolición, por supuesto, pero los efectos de los golpes que hacen la parte dramática del trabajo –los grandes golpes súbitos que vienen o parecen venir de fuera, los que uno recuerda, los que carga con las culpas, los que en momentos de debilidad les cuenta a los amigos– no se muestran en el acto. Hay otra clase de golpe que viene de dentro, que no se siente hasta que ya es tarde para tomar alguna medida, hasta que uno entiende irrevocablemente que en algunos aspectos nunca volverá a ser tan buen hombre como antes. La primera clase de rotura da la impresión de suceder rápido; la segunda clase ocurre casi sin que uno sepa, pero se hace consciente bien de repente.






The Crack-Up, 1945.

lunes, 13 de junio de 2011

Alan Pauls

Dormir - (Página 12 / 20 de Mayo de 2002)

Napoleón dormía poquísimo. Se acostaba entre las 10 y las 12, dormía hasta las 2, trabajaba hasta las 5 y volvía a dormir hasta las 7. Otro tanto hacían Edison y Churchill, que se saciaban con tandas de 4 horas, y Salvador Dalí, que sólo suscribía esa dieta si la personalizaba: se instalaba en un sillón, dejaba en el piso un plato de metal y se abandonaba al sueño con una cucharita entre los dedos; dormido, los dedos se le relajaban, la cuchara caía golpeando contra el plato y el pintor, alertado por el modesto estrépito, despertaba y reanudaba el reloj reblandecido que había dejado inconcluso. A juzgar por la bibliografía especializada, entre los fanáticos de la vigilia y los dormilones no hay punto de comparación –al menos cuantitativa–. A los primeros se los colecciona; para contar a los otros sobran los dedos de una mano. El marmota más célebre fue sin duda Einstein, que no movía una neurona si no había dormido un mínimo de diez horas. El ejemplo, usado hasta la saciedad, alcanza al menos para contrariar la creencia vulgar, típica de la neurociencia capitalista, de que la férrea voluntad de vigilia coincide con la inteligencia y el gusto por el sueño con la lentitud de espíritu.

En rigor, la desproporción numérica que reina entre los dos bandos muestra hasta qué punto la civilización, ya resignada a emancipar a la comida y el sexo de la mera necesidad, sigue manteniendo el acto de dormir bajo su yugo. En Napoleón, Churchill o Dalí, dormir es tan fastidioso y necesario como alimentarse: una mezcla de obstáculo (porque interrumpe la continuidad de la producción) y de suministro indispensable (porque la recuperación de energías que permite es clave para retomar la actividad). Para Einstein, en cambio, es otra dimensión de la existencia, tan elevada y consistente como el reino de leyes y ecuaciones en el que nacieron y refulgieron sus ideas. Así, el dormilón es al durmiente rápido lo que el cultor del tantra yoga al fornicador expeditivo, y lo que el gourmet al broker que se clava un pancho al paso para discontinuar lo menos posible el frenesí de la compraventa.

Hasta ahora, dormir ha sido apenas una obviedad de la biología y un despotismo cultural: dormimos porque nos es imposible seguir en pie, porque el cuerpo o el alma no dan más o, siendo niños, porque nuestros padres no nos dejan otra alternativa. (“Hay que dormir” –como quien dice: “si no respirás te morís”– era la fórmula con la que desmerecían nuestras protestas y engendraban generaciones y generaciones de pequeños hipnófobos.) Pero basta presenciar el momento sublime en que los niños descubren, por la irresistible temperatura de la cama o la textura peculiar de una costura, una sábana, un pliegue milagroso –cualquiera de esos talismanes que en la oscuridad de la habitación sólo brillan para el durmiente–, que la cama que les parecía un cadalso se ha convertido en el reino más amigable, delicioso y privado de todos, para entrever qué otras experiencias, menos ligadas a la burocracia de la existencia que a su goce, puede depararnos el acto de cerrar los ojos cuando se lo piensa y ejecuta como un arte. Para eso hace falta cambiar de perspectiva: pasar del modelo animal (instinto/satisfacción) al modelo humano (deseo/placer). Así, dormir ya no será un simple término, el límite que “soluciona” un estado negativo intolerable (el cansancio), sino una experiencia en sí, el lugar de una afirmación expansiva, tan sensible a matices y alternativas como el ejercicio “creativo” de la sexualidad y –oh alivio– a la vez mucho menos exigente. La cama ya no será esa tumba impersonal en la que se desploman los cuerpos que “ya no quieren saber más nada”, sino un espacio intacto, expectante, cuya pulcritud sólo pide una cosa: que el durmiente lo abra, lo desgarre y, una vez adentro, vaya colonizándolo de a poco, a ciegas, entibiando algunas zonas y dejando otras frescas, como en reserva, para el momento en que, cansado del calor de las regiones que ya conquistó, el durmiente decida mudar las partes abrasadas de su cuerpo a un mundo más nuevo y refrescante. Esa alternancia (fresco/cálido, nuevo/usado, desconocido/familiar) es sólo una de las frecuencias en las que se juega el goce de dormir. Hay otras: los materiales (las delicias hospitalarias del algodón), los pesos (dormir es rendirse a una paradoja: la sepultura amorosa), las posturas (no adoptar de entrada la postura preferida: llegar a ella, en cambio, al mismo ritmo en que llega el sueño), las aventuras (la felicidad de despertar en plena noche y descubrir todas las zonas frescas que fueron acumulándose durante el sueño). Sólo hay un placer superior al de dormir: el placer de mirar dormir. Los poetas Arturo Carrera y Teresa Arijón lo homenajearon en El libro de las criaturas que duermen a nuestro lado, bello manual de hipnofilia, y Proust le dedica los pasajes más inspirados de La prisionera, cuando el narrador contempla a Albertine, que duerme en su cama, y piensa, entre otras cosas, qué majestuosa e inusual es la belleza de ciertas caras cuando dejan de tener mirada.

Luciano Ortega

"Me he despojado de todas las certezas, sólo me nutro de hipótesis, eso me ayuda a caminar, como la utopía, como el horizonte."

viernes, 10 de junio de 2011

Victoria Ocampo


La luz de su cuarto me habla de él cuando no está,
me acompaña cuando tengo miedo,
y siempre tengo miedo porque soy valiente;
oye su paso sobre los mosaicos de la entrada
va a su encuentro cuando abre la puerta lentamente
cuando lo espero, y siempre lo espero;
lo mismo es para la luz eléctrica que para la luz del sol,
lo mismo para el sol que la luna o la estrella.
Un tapiz forma la luz complicada
es la vida y siempre la vida.
Si me quedara ciega la vería con mis patas
o tal vez con mi frente cuando llega.
El tapiz no lo forma la luz sino su llegada, el sonido
que cambia de oscuro en claro.
El tablero de la luz tiene varias llaves
pero una gobierna el resto:
se llama la llave maestra.
Del mismo modo el tablero de mi luz
tiene una sola llave que gobierna las otras
la llave que está en sus manos.
Apagaría todas las luces si quisiera
pero yo cierro los ojos para no ver
la oscuridad que podría ser luz
para no herirlo.

La llave maestra - Victoria Ocampo

domingo, 5 de junio de 2011

Federico G. Lorca

Deseo

Sólo tu corazón caliente,
y nada más.

Mi paraíso un campo

sin ruiseñor
ni liras,
con un río discreto
y una fuentecilla.

Sin la espuela del viento

sobre la fronda,
ni la estrella que quiere
ser hoja.

Una enorme luz

que fuera
luciérnaga
de otra,
en un campo
de miradas rotas.

Un reposo claro

y allí nuestros besos,
lunares sonoros
del eco,
se abrirían muy lejos.

Y tu corazón caliente,
nada más.

(Aniversario de su nacimiento: 5 de Junio)

viernes, 27 de mayo de 2011

Paul Celan

No es ya...

No es ya
esa
gravedad,
cayendo
a veces contigo
en la hora.
Es otra.

Es el peso que retiene el vacío
que iría
contigo.
Como tú, no tiene nombre. Tal vez
seáis lo mismo. Tal vez
un día también tú me nombres
así.

martes, 24 de mayo de 2011

Daniel Serrano

Papá cuéntame otra vez

Papá cuéntame otra vez ese cuento tan bonito
de gendarmes y fascistas, y estudiantes con flequillo,
y dulce guerrilla urbana en pantalones de campana,
y canciones de los Rolling, y niñas en minifalda.

Papá cuéntame otra vez todo lo que os divertisteis
estropeando la vejez a oxidados dictadores,
y cómo cantaste Al Vent y ocupasteis la Sorbona
en aquel mayo francés en los días de vino y rosas.

Papá cuéntame otra vez esa historia tan bonita
de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia,
y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo,
y como desde aquel día todo parece más feo.

Papá cuéntame otra vez que tras tanta barricada
y tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada,
al final de la partida no pudisteis hacer nada,
y bajo los adoquines no había arena de playa.

Fue muy dura la derrota: todo lo que se soñaba
se pudrió en los rincones, se cubrió de telarañas,
y ya nadie canta Al Vent, ya no hay locos ya no hay parias,
pero tiene que llover aún sigue sucia la plaza.

Queda lejos aquel mayo, queda lejos Saint Denis,
que lejos queda Jean Paul Sartre, muy lejos aquel París,
sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual:
las ostias siguen cayendo sobre quien habla de más.

Y siguen los mismos muertos podridos de crueldad.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.

Música: Ismael Serrano

miércoles, 18 de mayo de 2011

No doubt

Don't speak

You and me
We used to be together
Every day together always

I really feel
I'm losing my best friend
I can't believe
This could be the end

It looks as though you're letting go
And if it's real,
Well I don't want to know

Don't speak
I know just what you're saying
So please stop explaining
Don't tell me 'cause it hurts
Don't speak
I know what you're thinking
I don't need your reasons
Don't tell me 'cause it hurts

Our memories
They can be inviting
But some are altogether
Mighty frightening

As we die, both you and I
With my head in my hands
I sit and cry

It's all ending I gotta stop pretending who we are...
You and me
I can see us dying... are we?

lunes, 9 de mayo de 2011

Luis Pescetti

Querido Rey de la Cabina:

¿por qué llamamos amor al amor?
con lo que cuesta, con lo que duele,
con lo que tarda, con lo que arde,
con lo que falta, con lo que quema,
con lo que ausencia, con lo que tiene,
con lo que viene, con lo que ahueca,
con lo que silencia, con lo canta,
con lo que arrulla, con lo que leche,
con lo que vibra, con lo que abraza,
con lo que olvida, con lo que vida,
con lo que pajarito, pajarito,
caracolito tan poco mío y de nadie.
Yo, que nunca te tendré.
Y aunque no te lleguen mis correos
te escribo,
y aunque no sepa si los lees,
te escribo.
Te escribía.
Ciega de ausencia de no verte,
ciega al resto de tu hueco en el mundo.
Harta de abrazar calaveras de tu presencia
siento el aire que alimenta mis pulmones,
respiro al imaginar que volvería a tenerte
enfrente mío, doblando tu ropa y los jazmines,
apoyando los azahares de tu frente.
Aunque falten siglos para tanto verano,
y hoy sólo tenga para ofrecerte
un otoño lleno de hojas que se retiran
regalando su turno a lo inventado.
Quiero regresar
sólo para lo imprevisto,
para lo que deba nacer de tus manos y las mías.
Para nada que ya haya sido escrito o dibujado.
Ni en tu alma, ni en la mía.


Paloma



martes, 3 de mayo de 2011

Alexander Pushkin

I loved you, and I probably still do,
And for a while the feeling may remain...
But let my love no longer trouble you,
I do not wish to cause you any pain.
I loved you; and the hopelessness I knew,
The jealousy, the shyness - though in vain -
Made up a love so tender and so true
As may God grant you to be loved again.

Alexander Sergeyevich Pushkin

Te amé, y probablemente aún te amo,
y por un tiempo el sentimiento podría perdurar...
pero que mi amor no te conflictúe más,
no quiero causarte ningún dolor.
Te amé; y la desesperanza que conocí,
los celos, la timidez - aunque en vano -
construyeron un amor tan tierno y tan verdadero
como para que Dios te conceda ser amado de nuevo.

miércoles, 27 de abril de 2011

miércoles, 20 de abril de 2011

William S. Maugham

"Hay una atmósfera de suspensión, como si todo lo que hay alrededor nuestro estuviese esperando que algo ocurriese."

lunes, 18 de abril de 2011

Joaquín Torres García

Vuelvo al Sur

Vuelvo al Sur,

como se vuelve siempre al amor.

Vuelvo a vos,

con mi deseo, con mi temor.

Llevo el Sur,

como un destino del corazón.

Soy del Sur,

como los aires del bandoneón.

Sueño el Sur,

inmensa luna, cielo al revés.

Busco el Sur,

el tiempo abierto, y su después.

Quiero al Sur,

su buena gente, su dignidad.

Siento el Sur,

como tu cuerpo en la intimidad.

Te quiero, Sur.

Sur, te quiero.

Vuelvo al Sur,

como se vuelve siempre al amor.

Vuelvo a vos,

con mi deseo, con mi temor.

Quiero al Sur,

su buena gente, su dignidad.

Siento el Sur,

como tu cuerpo en la intimidad.

Vuelvo al Sur.

Llevo el Sur.

Te quiero Sur.

Te quiero Sur.


Letra: Fernando Solanas / Música: Astor Piazzolla

Dibujo: ''América invertida'', de Joaquín Torres García (Uruguay, 28/7/1874 - 8/8/1949)


martes, 5 de abril de 2011

Jack Kerouac

"Las únicas personas para mí son los locos, aquellos que están locos para vivir, locos para hablar, locos para ser salvados, deseosos de todo al mismo tiempo, aquellos que nunca bostezan y dicen trivialidades, pero arden, arden, arden, como fabulosas velas romanas amarillas explotando como arañas a través de las estrellas"

sábado, 2 de abril de 2011

silencio

"Cuando amas a alguien realmente, amigo o amante, le tiendes abierto tu corazón. Le das una parte de tí mismo que no le has dado a nadie y le dejas entrar en una parte de tí que sólo ellos pueden herir, donde pueden cortar más profundo y más dolorosamente, literalmente: le entregas una navaja con un mapa de tu corazón y tu alma."

jueves, 31 de marzo de 2011

Octavio Paz

Entre irse y quedarse duda el día, enamorado de su transparencia. La tarde circular es ya bahía: en su quieto vaivén se mece el mundo. Todo es visible y todo es elusivo, todo está cerca y todo es intocable. Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz reposan a la sombra de sus nombres. Latir del tiempo que en mi sien repite la misma terca sílaba de sangre. La luz hace del muro indiferente un espectral teatro de reflejos. En el centro de un ojo me descubro; no me mira, me miro en su mirada. Se disipa el instante. Sin moverme, yo me quedo y me voy: soy una pausa.

sábado, 26 de marzo de 2011

Elizabeth Barrett Browning

¿De qué modo te amo? Deja que cante las formas: Te amo desde el hondo abismo hasta la región más alta que mi alma pueda alcanzar, cuando persigo en vano las fronteras del Ser y la Gracia. Te amo en el calmo instante de cada día, con el sol y la tenue luz de la lámpara. Te amo en libertad, como se aspira al Bien; Te amo con pureza, como se alcanza la Gloria. Te amo con la pasión que antes puse en mis viejos lamentos, con mi fe de niña. Te amo con la ternura que creí perder cuando mis santos se desvanecieron. Te amo con cada frágil aliento, con cada sonrisa y con cada lágrima de mi ser; y si Dios así lo desea, tras la muerte te amaré aún más.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Liz Taylor

‎- ¿Tú sabes cómo me encuentro? Como una gata sobre un tejado de zinc caliente recalentado por el sol... - Pues salta del tejado ¡Salta! Los gatos saltan desde los tejados sin hacerse daño... ¡Anda, salta! - ¿Cómo he de saltar y a dónde?... - ¡Diviértete! - ¿Cómo puedes decirme eso? Yo no puedo pensar más que en tí... Aún con los ojos cerrados te veo siempre... ¿Por qué no has de ser feo, gordo o cualquier otra cosa que yo no pueda soportar? - A las mujeres como tú esas cosas se les pasa... - Estoy mucho más decidida de lo que crees... y al final ganaré. - ¿Qué ganarás? ¿Cuál puede ser la victoria de una gata en un tejado de zinc caliente? - Seguramente continuar en él mientras lo resista. (Foto de la película: "Cat on a hot tin roof" [La gata sobre el tejado de zinc caliente], con Elizabeth Taylor y Paul Newman, basada en la obra de teatro de Tennessee Williams.)

domingo, 20 de marzo de 2011

Boris Pasternak

Hay que vivir sin imposturas

Hay que vivir sin imposturas
Vivir de modo que con el tiempo
Nos lleguemos a ganar el amor del espacio,
y oigamos la voz del futuro.

Hay que dejar blancos
En el destino y no en el papel
y en los márgenes anotar
Pasajes y capítulos de la vida entera.

Debemos sumirnos en el anónimo
Y ocultar en él nuestros pasos
Tal como se oculta el paisaje
Tras una niebla espesa.

Otros siguiendo tus huellas, frescas
Recorrerán tu camino palmo a palmo,
Pero tú mismo no debes distinguir
La derrota de la victoria
No debes renunciar ni a una brizna de tí mismo.
Tú debes estar vivo.
Solamente vivir
Hasta el final.


(Boris Pasternak, Moscú, Rusia, 1890-1960)

miércoles, 16 de marzo de 2011

Roque Dalton

Como tú

Yo como tú
amo el amor,
la vida,
el dulce encanto de las cosas
el paisaje celeste de los días de enero.


También mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas.
Creo que el mundo es bello,
que la poesía es como el pan,
de todos.

Y que mis venas no terminan en mí,
sino en la sangre unánime
de los que luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje y el pan,
la poesía de todos.

jueves, 3 de marzo de 2011

Jorge Luis Borges

''Para una versión del I Ching''

El porvenir es tan irrevocable
como el rígido ayer. No hay una cosa
que no sea una letra silenciosa
de la eterna escritura indescifrable
cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
de su casa ya ha vuelto. Nuestra vida
es la senda futura y recorrida.
El rigor ha tejido la madeja.
No te arredres. La ergástula es oscura,
la firme trama es de incesante hierro,
pero en algún recodo de tu encierro
puede haber una luz, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha.
Pero en las grietas está Dios, que acecha.

martes, 1 de marzo de 2011

Cesare Pavese

Last blues, to be read some day

Era un solo galanteo,
seguramente lo sabías
-alguien fue herido
hace mucho tiempo.

Todo está igual,
el tiempo ha pasado
-un día llegaste,
un día morirás.

Alguien murió
hace mucho tiempo
-alguien que intentó,
pero no supo.

sábado, 26 de febrero de 2011

Jorge Luis Borges

La moneda de hierro / The Iron Coin

Here is the iron coin. Let us ask
The two opposing faces what will be the answer
To the obstinate question that no one has not asked himself:
Why does a man require that a woman should love him?
Let us see. On the upper sphere are interwoven
The fourfold firmament borne up by the flood
And the unalterable planets.
Adam, the young father, and the young Paradise.
The evening and the morning. God in every creature.
In this pure labyrinth is your reflection.
Let us toss again the iron coin
Which is also a magic mirror. Its reverse side
Is no one and nothing and darkness and blindness. That is you.
The two faces forge a single iron echo.
Your hands and your tongue are unfaithful witnesses.
God is the ungraspable centre of the ring.
He neither praises nor condemns. He behaves better: he forgets.
Falsely charged with infamy, why should they not love you?
In the darkness of the other we seek our darkness;
In the glass of the other, our necessary glass.

J. L. BORGES (1976)



Aquí está la moneda de hierro. Interroguemos
las dos contrarias caras que serán la respuesta
de la terca demanda que nadie no se ha hecho:
¿Por qué precisa un hombre que una mujer lo quiera?

Miremos. En el orbe superior se entretejan
el firmamento cuádruple que sostiene el diluvio
y las inalterables estrellas planetarias.
Adán, el joven padre, y el joven Paraíso.

La tarde y la mañana. Dios en cada criatura.
En ese laberinto puro está tu reflejo.
Arrojemos de nuevo la moneda de hierro
que es también un espejo magnífico. Su reverso
es nadie y nada y sombra y ceguera. Eso eres.
De hierro las dos caras labran un solo eco.
Tus manos y tu lengua son testigos infieles.
Dios es el inasible centro de la sortija.
No exalta ni condena. Obra mejor: olvida.
Maculado de infamia ¿por qué no han de quererte?
En la sombra del otro buscamos nuestra sombra;
en el cristal del otro, nuestro cristal recíproco.

lunes, 21 de febrero de 2011

Alejandro Jodorowsky

‎''No hay alivio más grande que comenzar a ser lo que se es. Desde la infancia nos endilgan destinos ajenos. No estamos en el mundo para realizar los sueños de nuestros padres, sino los propios.''

José Agustín Goytisolo

Palabras para Julia

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía, es mejor vivir
con la alegría de los hombres,
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada,
te sentirás perdida o sola,
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto,
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en tí como ahora pienso.

Un hombre sólo, una mujer así,
tomados de uno en uno,
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a tí,
cuando te escribo estas palabras,
pienso también en otros hombres.

Tu destino está en los demás,
tu futuro es tu propia vida,
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas,
que les ayude tu alegría,
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en tí como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares,
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname, no sé decirte
nada más, pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre, siempre, acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en tí como ahora pienso.



(José A. Goytisolo: poeta español nacido en Barcelona en 1928, en el seno de una familia burguesa donde se respiró siempre un gran ambiente intelectual. Maestro de la poesía libre, que para él, era la «menos libre de todas si está bien hecha». Y bien hecha significa «con música interna». Fue además escritor, traductor y crítico literario, siendo su característica principal una curiosa combinación de nostalgia, humor e ironía. Se suicidó en 1999.)

jueves, 17 de febrero de 2011

Richard Linklater




''Antes del atardecer'' es una película de 2004 dirigida por Richard Linklater. Es la secuela de ''Antes del amanecer'' del mismo director. Entre una película y otra pasaron 9 años, los mismos que transcurren en la narración. No sólo atrae el romanticismo de la historia, sino también los diálogos sobre temas diversos, ya desarrollados en la 1º película, pero ahora tratados con mayor madurez por los personajes: política, religión, matrimonio, sueños.

Nueve años han pasado desde el encuentro de Jesse y Celine en Viena. Jesse se ha convertido en un escritor exitoso, Celine en una ecologista militante. Mientras que Jesse responde a una entrevista y firma dedicatorias en una librería anglófona de París, Celine aparece. Ella se reconoce en el personaje del último libro de Jesse. Deciden caminar un poco por las calles de París. Se informa que Celine no ha podido asistir a la cita que ellos habían fijado para 6 meses después de su primer encuentro en Viena (dicho en la anterior película). Ella explica que tuvo que asistir al entierro de su abuela (la abuela a la que Celine visita en Budapest en ''Antes del amanecer'').

En 9 años, muchas cosas han pasado, Jesse se ha casado y ahora es padre. Celine trabaja como responsable de proyectos humanitarios por la India, aunque está afincada en París, donde tiene un novio. Detrás de esta apariencia de éxito, Jesse y Celine van a revelar poco a poco sus debilidades. Primero Jesse, infelizmente casado y todavía enamorado de Celine, luego Celine, hacia el final de la película, en una escena en que explota todo lo que había ido guardando hasta el momento.

El final de la película es memorable; Jesse lleva a Celine hasta su piso y le pide permiso para subir, aunque sea un rato, para que le cante una canción. Por primera vez en la película, en que los dos no han parado de hablar, tienen su primer gran silencio al subir la escalera. En el piso, Celine acepta tocar una canción con la guitarra, un vals cuya letra indica claramente sus sentimientos hacia la noche que vivieron en Viena. Se levanta y prepara un té. Jesse pone un disco de Nina Simone, "Just in time". Celine empieza a bailar y a imitar a la cantante en el escenario, con su peculiar manera de dirigirse al público en mitad de las canciones.
Jesse, sentado en el sofá, la mira con una sonrisa de felicidad. Siguiendo su imitación de Nina Simone, Celine le dice "Bebé... vas a perder tu vuelo". Jesse le contesta, emocionado y feliz, "Ya lo sé". Se ríe mientras Celine sigue bailando.
Fundido al negro y títulos de crédito, que dejan las puertas abiertas a la imaginación.



Henry Miller

Estamos ahora en el otoño de mi segundo año en París. Me mandaron aquí por una razón que todavía no he podido desentrañar. No tengo dinero, ni recursos, ni esperanzas. Soy el hombre más feliz del mundo. Hace un año, hace seis meses, creía que era un artista. Ya no lo pienso, lo soy. Todo lo que era literatura se ha desprendido de mí. ya no hay más libros que escribir, gracias a Dios. Entonces, ¿éste?. Éste no es un libro. Es un libelo, una calumnia, una difamación. No es un libro en el sentido ordinario de la palabra. No, es un insulto prolongado, es un escupitajo a la cara del arte, una patada en el culo a Dios, al Hombre, al Destino, al Tiempo, al Amor, a la Belleza... a lo que les parezca. Cantaré para ustedes, desentonando un poco tal vez, pero cantaré. Cantaré mientras la palman, bailaré sobre su inmundo cadáver. Para cantar primero hay que abrir la boca. Hay que tener dos pulmones y algunos conocimientos de música. No es necesario tener un acordeón, ni una guitarra. Lo esencial es querer cantar.
Así, pues, esto es una canción. Estoy cantando.

Jorge Luis Borges

*El idioma

«El idioma es un ordenamiento eficaz de esa enigmática abundancia del mundo. Lo que nombramos sustantivo no es sino abreviatura de adjetivos y su falaz probabilidad, muchas veces. En lugar de contar frío, filoso, hiriente, inquebrantable, brillador, puntiagudo, enunciamos puñal; en sustitución de ausencia del sol y progresión de sombra, decimos que anochece».


(Tomado de «Examen de metáforas», en Inquisiciones, Madrid, Alianza, pág. 71.)

*Borges y yo

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografia del siglo xviii, las etimologias, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o de la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar.

Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Asi mi vida es una fuga y todo to pierdo y todo es del olvido, o del otro.

No sé cuál de los dos escribe esta página.

(El hacedor. Buenos Aires: Emecé, 1960)

lunes, 14 de febrero de 2011

José Hierro



''Liar King en los claustros''

Hernán Brienza

El bello fiero amor que tanto miedo da

Hoy es San Valentín. Anoche, seguramente para esperarlo, miles de parejas reservaron mesa en restaurantes pretenciosos de Palermo y luego se mataron en un hotelito de ocasión. Posiblemente, las fábricas de látex aumentaron sus ventas, las floristas se hicieron la noche y los taxistas debieron soportar en la parte de atrás del auto arrumacos y palabras caramelizadas. Seguramente, millones de hombres se engolaron, enarcaron sus cejas y se deshicieron en promesas. Y ellas los miraron con ojos de vaca enamorada y creyeron por una noche que era posible ser Meg Ryan o Julia Roberts. En los estéreos de los autos los parlantes derramaron miel y hubo regalos y sonrisas y mimos y acrobacias sexuales y no faltaron los sofisticados que hicieron malabarismos escenográficos y actorales para sorprender, seducir, impresionar a la dama. Pero “un poco de miel no basta, un poco de miel no basta”, reza como en una letanía Gustavo Cerati. El amor, si todavía tiene algo de sentido esa palabra prostituida, nada tiene que ver con la pantomima industrial del capitalismo. El verdadero amor no es consumible, no es productivo. El verdadero enamorado no es un comensal, ni un Don Juan; es, acaso, alguien que está fuera del mercado, que no se detiene en escaparates de tiendas prolijamente diseñadas con corazones de peluche, que no puede concentrarse en sus tareas productivas, que se deshace obsesionado en el rostro de la persona que ama.
El amor, convengamos, es una enfermedad, una patología.
Y en estos tiempos de cinismo –y quizás el cinismo sea el último refugio de los románticos o, su contracara, la antesala de una elegante cobardía– el brutal y bendito amor, ese que tanto miedo da, sea uno de los únicos momentos que justifiquen nuestra existencia.
Odio los sanvalentines –aclaremos que no hay ningún Valentín en el santoral católico que haya tenido un gesto romántico (los católicos, se sabe, no son muy afectos a estos descarrilamientos pasionales), se trata de una fiesta anglosajona cuyo inicio se debe al matrimonio entre una reina y un rey con un par de números romanos en sus nombres–. Pero no los odio por una reivindicación hispanoamericana y antiimperialista –otro lugar común si los hay–. Los odio con la misma intensidad que a Cupido, quien, dicho sea de paso, es un lindo angelito para practicar tiro al blanco. Aborrezco –admito que no es necesario tomarse con demasiado dramatismo esta proclama– la mercantilización del único momento en la vida en que hombres y mujeres se justifican ante la absurda inmensidad.
Acá, es decir, en la frase que sigue a continuación, planto bandera y cavo trincheras: el amor no es una alegría, aun cuando signifique nuestra felicidad. Sólo quien no se ha enamorado nunca cree que el amor está ligado a la belleza de la vida. Todos sabemos que tiene puntos de contacto con la dignidad del egoísmo, con la templada propiedad, con el deseado desgarro, con la renuncia sublime, con la enajenación, con la sagrada y venerada estulticia. Todos sabemos que el amor nos vuelve “Hitleres” de entrecasa, sutiles “Napoleones y emperatrices” o mínimos “Mozarts” de salón. Y siempre, siempre, en defectuosos y prepotentes poetas.
Imposible saber qué es el amor en términos universales. En mi caso siempre se ha presentado en forma desagradable, con un espasmo en el pecho, con una revolución en las entrañas, con un leve y sostenido mareo existencial y un temblor incontrolable en las piernas. Sazonado, claro, con el espejismo de creer que la presencia de ella hacía más habitable el mundo y con la necedad de creer que yo podía ser mejor de lo que era. Hasta ahí los síntomas. Ahora intentaré una definición por extensión ya que, como se sabe, definir el amor por comprensión es una quimera. Amor es: la promesa de eternidad en las miradas, las sonrisas que funcionan como antídoto frente al desamparo, el rubor acompañado con sudor después del orgasmo, “dos mañanas juntas” (como decía Marechal), es la chica que en la esquina espera silenciosa a que pase el pibe que adora, es el marido abandonado que con un vaso de Jack Daniel’s en la mano se debate en la balaustrada entre arrojarse o no al vacío, es el desayuno entre tostadas y mermeladas abiertas, es las ganas y el desgano, es la mujer que se quedó al lado de su hombre sabiendo qué él no la amaba, y es ese hombre que se quedó con ella aún cuando no la amaba, porque ambos, tal vez de forma mezquina, se amaban, es Romeo y Julieta, claro, y Tristán e Isolda, es la diosa Ishtar que renuncia a sus poderes para salvar a su amado del infierno y es Orfeo, capaz de cantar una canción tan hermosa como “Mañana de Carnaval” para rescatar a Eurídice de la muerte –porque convengamos que quien no ha sido alguna vez salvado del infierno por un amor no ha conocido el amor–. Es Werther y Robin y Marian, y la muchacha que te mira en el subte y no volvés a ver nunca más pero intuís que no hay amor más perfecto que esa brevedad, es el sostén del amor después del amor, aun cuando se torna anodino y rutinario. Es el desamor, es la angustia de esperar minutos interminables que te llame o se te conecte al messenger. Es el sí ante el altar y la “liturgia de las despedidas”. Es Cyrano de Bergerac… es exactamente una escena de Cyrano de Bergerac. La de esa noche tormentosa en que Cyrano le confiesa amparado por la oscuridad su amor a Roxana. Son esas palabras que suben por la enredadera como baja el licor por la garganta. Porque el amor sea quizás eso, un par de palabras. Y una renuncia. La renuncia de Cyrano, quien después de proclamar su amor se escapa por la pradera sabiendo que Christian recogerá los besos de Roxana. Pero hay algo verdadero en esa escena. Tal vez el amor sea apenas esas palabras susurradas, esa esperanza de letras y sonidos –sonidos que son audibles en el “Mild und Leise” de Wagner, en “Óleo de una mujer con sombrero”, de Silvio Rodríguez, o en “Eu sei que vou te amar”, de Jobim y Vinicius–. Después de todo, quizá el amor sea apenas la conmovedora música que nos acompaña en este trayecto surcado de hijoputeces, sonrisas y pesares.
El amor es la palabra. Es el “yo no quiero nada” de un Almafuerte que en realidad lo quiere todo. Es todo lo que se dicen, todo lo que se miran, lo que se sugieren, lo que coinciden, lo que se escuchan Celine y Jesse, en Viena y en París durante las tres horas y media que duran esas dos películas maravillosas –Antes del amanecer y Antes del atardecer–. Es, claro, ese susurro imperceptible para el espectador que pronuncia Bob Harris (Bill Murray) en el oído de Charlotte (Scarlett Johansson) en las calles de Tokio. Y la enigmática sonrisa de ella.
Es el llanto de un hombre que ruega porque no lo abandonen y la pizca de paprika que ella le pone callada y cómplice a la salsa en la cocina. Es el “placer de coincidir” y el “derramarse”. Y son las ganas de matar, también, porque hay en cada Otelo tanto amor como en cada Anna Karenina. Se me ocurre que cada vez que amamos –además de ponernos cursis como en esta contratapa– devenimos otros, somos un poco todos los que amaron. Somos Marco Antonios y Cleopatras, Quijotes y Dulcineas, Hernáncorteses y Malinches, Diegos y Fridas, Catulos y Lesbias. Nada hay más humano que esa imposibilidad. Nada más contradictorio que esa amalgama de carne, madera, besos, fluidos, gemidos, acaboses y dolores. Eso nos une. Nos hace historia. Por eso, muchachita mía, en este día despreciable de San Valentín, te digo: “Si no hay amor que no haya nada, entonces, alma mía, no vas a regatear”.


Publicado en el diario Crítica, 15 de febrero de 2010.

Florencia Abadi

desamor –qué raro sería, le digo, muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez una lluvia que dé señales más claras– hablar me avergüenza de...

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