miércoles, 19 de marzo de 2014

Doris Lessing

Ser rebelde lleva la vida entera,
borrarte los privilegios de la piel,
inscribirte en la soledad del desacuerdo,
dejar atrás a los usurpadores....
No hay premio a una rebelde
más allá de poder regar sus flores en el tiempo que apropia,
salir a dar de comer a las aves una mañana donde el capital devora,
sonreír con los dientes maltrechos ante la desventura del desayuno,
ser indigente en la casa que nadie sueña.
Las rebeldes saben de qué están hechos los premios,
rechazan los mendrugos que lanza la mano del opresor.
Una rebelde tiene como único premio la vida,
porque de ella nadie se apropia,
en ella nadie la usurpa,
porque es la única tierra propia de cada rincón donde duerme.
Su rebeldía alcanza siempre a cobijar el
desánimo del progreso
y si de paso una rebelde tiene la alegría
en soledad, ha vencido al mundo.

domingo, 9 de marzo de 2014

Luis Alberto Spinetta

Quedándote o Yéndote


Y deberás plantar

y ver así a la flor nacer

y deberás crear
si quieres ver a tu tierra en paz
el sol empuja con su luz
el cielo brilla renovando la vida
y deberás amar
amar, amar hasta morir
y deberás crecer
sabiendo reír y llorar
la lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma
de ti saldrá la luz
tan sólo así serás feliz
y deberás luchar
si quieres descubrir la fe
la lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma
este agua lleva en sí
la fuerza del fuego
la voz que responde por ti
por mí... 
y esto será siempre así
quedándote o yéndote.






Hernán Brienza

No te define tu rostro
No te define tu raza
No te define tu religión
No te definen tus errores
Ni tus sueños ni tu forma de amar
No te definen tus ideas políticas
ni tu forma de morir
No te definen ni tu smartphone
ni tu tablet ni tu automóvil
ni tu ropa y mucho menos
el maquillaje sobre tus labios
No te definen ni tus resultados
ni tu esencia ni tus actos
no te define tu existencia.

Solamente sos lo que dicen que sos
en secreto
en silencio
en diálogo profundo 
tus verdaderas intenciones

Aún cuando estén destinadas
a empedrar el infierno.



Florencia Abadi

desamor –qué raro sería, le digo, muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez una lluvia que dé señales más claras– hablar me avergüenza de...

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