jueves, 25 de septiembre de 2014

Luis Hervás Rodrigo



Desde pequeño siempre había tenido esa obsesión por los libros, una obsesión a la que sus padres contribuyeron de un modo decisivo, mostrándole los beneficios que la literatura le podía proporcionar. Devoraba cualquier volumen que cayera en sus dominios, sin importar tema o autor: Geografía, Historia, Ciencias, Poesía…todo lo asimilaba de una manera compulsiva, y entraba, sin remisión, a formar parte de su ser. Buscaba por las estanterías de la amplia biblioteca los ejemplares más voluminosos, con los cuales se entretenía por un periodo de tiempo relativamente largo, y cuando los terminaba, volvía, ansioso, a por otro. Desgraciadamente, la adquisición de un nuevo spray antipolillas acabó cierto día con su ilustrada vida, cuando aún no había acabado de engullir completamente, una interesante descripción del motor de combustión en la Enciclopedia Británica.


Florencia Abadi

desamor –qué raro sería, le digo, muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez una lluvia que dé señales más claras– hablar me avergüenza de...

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