viernes, 23 de enero de 2015

Luis Alberto Spinetta



Estoy en una playa
en la que los vientos hablan a mis oídos
en la que la arena se humedece como una mejilla
y las botellas le han sido incrustadas.
Estoy tan amigablemente solo
mirando la orilla que va cambiando,
que escucho varias voces internas
y no sé cuál es la que me habla.
Es un momento para pensar en Dios
(comprender que somos parte de una
totalidad que nos contiene).
Es la hora en la que toda luz se desespera por brillar
y toda mi sombra se estremece al sentirse sabida.


Luis Alberto Spinetta (18 años).


martes, 20 de enero de 2015

Cristina Peri Rossi


Después

Y ahora se inicia
la pequeña vida
del sobreviviente de la catástrofe del amor:
Hola, perros pequeños,
hola, vagabundos,
hola, autobuses y transeúntes.
Soy una niña de pecho
acabo de nacer
del terrible parto del amor.
Ya no amo.
Ahora puedo ejercer en el mundo
inscribirme en él
soy una pieza más del engranaje.
Ya no estoy loca.

lunes, 19 de enero de 2015

Jorge Luis Borges


El suicida

No quedará en la noche una estrella.
No quedará la noche.
Moriré y conmigo la suma
del intolerable universo.
Borraré las pirámides, las medallas,
los continentes y las caras.
Borraré la acumulación del pasado.
Haré polvo la historia, polvo el polvo.
Estoy mirando el último poniente.
Oigo el último pájaro.
Lego la nada a nadie.



viernes, 16 de enero de 2015

Victoria Morán


La puerta y la llave


Hay una sola llave
Que abre una puerta sola
Que pasa a nuestro lado inadvertida
Cuando en el corazón no hay más que brumas.
Vamos cargando la pequeña herrumbre
Luna tras luna sospechando en vano
Que el próximo acertijo con bisagras
Será por fin la puerta redentora.
¿cómo saber si aquel umbral oscuro
que a tientas, persignados, hostigamos
blandiendo la aterrada llavecita
nos lanzará gloriosos al triunfo?
Hemos mordido el polvo del fracaso
Tantas enloquecidas putas veces
Que el corazón se nos llenó de dudas.
Brumosas y vagas cavilaciones
Nos forjaron el pecho amurallado.
Sin embargo, nacimos de la lucha
Y en ella andamos los sobrevivientes
Acechando las puertas, los zaguanes
Con una sola llave salvadora.
Nos han dicho que no tiene sentido,
Nos advirtieron que es un riesgo inútil,
Que el amor sólo vive en las pantallas,
Que los príncipes azules se destiñen
Y las princesas son romas cenicientas.
Que no tiene sentido la esperanza,
Que es una cosa estúpida el destino,
Que todo es improbable y malicioso,
Que la puerta son los padres, que no existe.
A sabiendas de todo lo impartido,
Coleccionando cachetazos sordos
Lucimos la ilusión como una insignia,
Necios, locos, imbéciles, vehementes
Rodando la sonrisa en la pendiente
Vamos los trashumantes jubilosos
Agitando llaveros en las manos
Porque sabemos, ¡Dios!, ¡sí que sabemos!
Que tras la sombra está la cerradura
Y somos luz abriéndonos la espera
Con la anhelante llave fatigada.
La puerta está esperando ser vencida
Por el pequeño bronce alborotado
Y en tal afrenta se nos va la vida…
El precio del amor nunca es en vano.



viernes, 2 de enero de 2015

Anne Sexton

«Cuidado con el poder,
porque su avalancha puede enterrarte,
nieve, nieve y nieve, asfixiando tu montaña.
Cuidado con el odio,
que puede abrir la boca y hacerte
comer tu propia pierna como un leproso instantáneo.
Cuidado con los amigos,
cuando los traiciones,
como lo vas a hacer,
van a meter la cabeza en el inodoro
y a tirar el agua.
Cuidado con el intelecto,
porque sabe tanto que no sabe nada
y te deja colgado cabeza abajo
boqueando sabiduría mientras el corazón
se te sale por la boca.
Cuidado con los parlamentos, la parte del actor,
el discurso planeado, sabido, masticado,
porque van a delatarte
y te vas a quedar parado ahí como un nene desnudo,
meándote en tu propia cuna.
Cuidado con el amor
(salvo que sea verdadero,
y cada parte tuya, hasta los dedos de los pies, diga sí),
porque te va a envolver como una momia
y nadie va a oírte gritar
y vas a correr sin fin.
¿El amor? Sea hombre. Sea mujer.
Tiene que ser una ola sobre la que querés brillar,
a la que querés entregarle tu cuerpo, entregarle tu risa,
y, cuando la arena áspera te reclame,
entregarle tus lágrimas a la tierra. Amar a otro es algo
como una plegaria y no puede planearse, te dejás caer
en sus brazos porque tu fe deshace tu incredulidad.
Persona especial,
en tu lugar no le prestaría atención
a mis consejos,
un poco hechos de tus palabras
y un poco de las mías.
En colaboración.
No creo ni una palabra de lo que dije,
excepto algo,que te veo como un árbol joven
con las hojas pegadas y sé que vas a echar raíces
y entonces va a aparecer lo verde de verdad.
Dejá ir. Dejá ir.
Oh persona especial,
hojas posibles,
mientras tanto, a esta máquina de escribir le gustás
y quiere romper vasos
celebrando
por vos,
cuando te arranques la corteza oscura
y vueles
como un globo»

Florencia Abadi

desamor –qué raro sería, le digo, muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez una lluvia que dé señales más claras– hablar me avergüenza de...

más vistas último mes