L’ultimo bacio, cerchi riparo fraterno conforto, tendi le braccia allo specchio, ti muovi a stento e con sguardo severo, di quei violini suonati dal vento, l'ultimo bacio brucia sul viso come gocce di limone, l'eroico coraggio di un feroce addio, ma sono lacrime mentre piove piove, mentre piove piove . . .
jueves, 13 de diciembre de 2012
Klaus Kinski
Muchas personas toman sedantes para el alma, para que esté callada, y sobre todo para que no duela. Esas personas quisieran cortar de raíz cualquier movimiento del alma que pueda rozar con la emoción. En los manicomios, lo primero y más importante que se hace cada día es darles a los internos la píldora tranquilizante. ¡Hay que taparle la boca al alma! Los tranquilizantes están más que probados, y son tan seguros como las píldoras anticonceptivas. Por las noches, la gente tapa con una funda a los pájaros enjaulados, ¡para que pasen una noche tranquila!
Y otra cosa: el miedo que tienen los humanos a toda clase de dolores físicos. Hay analgésicos para todo. Para el parto sin dolor. Para evitar dolores a las personas de sueño inquieto. Para una muerte sin dolor, dulce. ¿Por qué no un producto para reír sin dolor, para que no duela la boca del estómago? ¿O para una alegría indolora? ¿O una tristeza indolora? ¡Llorar sin dolor, sin que la sal de las lágrimas escueza los ojos! ¡¿Acaso existen terremotos tranquilos o huracanes inofensivos?! La pérfida sociedad humana inculca a sus miembros la idea de que, ante todo, lo más importante es tranquilizarse. ¿Por qué? ¿Se puede estar tranquilo mientras se coge? ¿Existe acaso algún producto para la desfloración sin dolor? ¿Para la penetración indolora del miembro masculino? ¿Para el coger indoloro? La vida no es indolora ni tranquilizante. ¡La vida está llena de emoción, pasión y dolor! ¿Qué tiene eso de malo? ¡La risa, las lágrimas, los gritos de rabia, lo gritos de dolor, los gritos de alegría son expresión del cuerpo y el alma! Al reprimirlos, no sólo se exorciza a los demonios, sino también a los ángeles. Los terremotos y las tempestades dejan tras de sí tierras resquebrajadas y mares encrespados. ¡No se puede tirar a la basura, como si nada, el cielo y el infierno!
*Fragmento de “Yo necesito amor”.
Florencia Abadi
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