Fruta amarga
Corazón, en aquella noche larga maduró
la fruta amarga de esta eterna soledad.
Corazón, ¿ en las nubes de qué cielo la tristeza
de tu vuelo sin consuelo vagará?
Bien lo sé, aquel frío alucinante del instante me cegó.
Fue en un viendo de locura, sin ternura, sin perdón.
Fue en el grito enronquecido de un amor enloquecido de dolor.
Eras la luz del sol y la canción feliz,
y la llovizna gris en mi ventana.
Eras remanso fiel y duende soñador
y jazminero en flor, eras mañana.
Suave murmullo, viento de loma,
cálido arrullo de la paloma.
Ya no serás jamás aroma de rosal,
frescor de manantial en mi destino.
Solo serás la voz que me haga recordar
que un instante atroz te hice llorar.
Ya no estás, y el recuerdo es un espejo que
refleja desde lejos tu tristeza y mi maldad.
Ya no estás, y tu ausencia que se alarga
tiene gusto a fruta amarga, a castigo y soledad.
Corazón una nube puso un velo sobre el cielo de los dos,
y una nube solamente, de repente, me perdió.
Una nube sin sentido, sin clemencia, sin olvido, sin perdón.
Eras la luz del sol y la canción feliz,
y la llovizna gris en mi ventana.
Eras remanso fiel y duende soñador
y jazminero en flor, eras mañana.
Suave murmullo, viento de loma,
cálido arrullo de la paloma.
Ya no serás jamás aroma de rosal,
frescor de manantial en mi destino.
Solo serás la voz que me haga recordar
que un instante atroz te hice llorar.
L’ultimo bacio, cerchi riparo fraterno conforto, tendi le braccia allo specchio, ti muovi a stento e con sguardo severo, di quei violini suonati dal vento, l'ultimo bacio brucia sul viso come gocce di limone, l'eroico coraggio di un feroce addio, ma sono lacrime mentre piove piove, mentre piove piove . . .
miércoles, 24 de febrero de 2010
Florencia Abadi
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