domingo, 26 de septiembre de 2010

Luciano Ortega

Digo sólo por hoy

Hay demasiada sangre
y tinta derramada,
demasiadas palabras en el aire
y las pantallas,
un estruendo feroz y desbocado.

Hay demasiada tiza y carbonilla,
demasiadas paredes y pizarras;
demasiadas esquirlas,
mucha pólvora;
estallidos de átomos,
trompadas al boleo;

demasiados carteles y señales,
demasiados señuelos y alambrados,
demasiados discursos sin orejas.

Quizás
debiéramos llamarnos al silencio
para no quedarnos mudos para siempre.

Quizás
ya sea el tiempo
-sólo digo quizás-

de volvernos al tacto,
restaurarnos la piel y las costillas,
calmarnos esa sed de ser tocados,
de tocar y de olernos;
olisquearnos los unos a los otros,
sin pedirnos permiso,
sin llenar formularios ni contratos.

Y en nombre de esa sangre
y esa tinta derramada,
no rompernos el alma ni la cresta;

por lo menos por hoy,
por un ratito;
sólo digo por hoy,
y aquí cerquita.

Florencia Abadi

desamor –qué raro sería, le digo, muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez una lluvia que dé señales más claras– hablar me avergüenza de...

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