jueves, 21 de octubre de 2010

Andrés Aranda

"Pasillo de la muerte de mi porteñidad"
A Buenos Aires

Tarde de sol.
Excavo el aire para perderme.
Un billete de ida hacia la muerte.

Desolación como macetas en la cabeza. Noche oscura en tus ojos.

Tristeza gris descafeinada, los dientes de la noche se van cerrando. Melancolía vana, imposible de curar. Añoranza de una soledad desesperada, que solo puede ser curada por el roce de tus manos. Nostalgias de cosas que no han pasado. Desamparo de las que no pasarán. Congoja infame que se deja abrazar.

Devastación y decadencia de mi porteñidad.

Abatimiento y desesperación porque encuentro pocos caminos para llegar a besar tu tatuaje.

Un tatuaje hecho de vías que se cruzan, de avenidas sin barro ya, de tajos de compadrito... todos me señalan un camino de piel sinuosa yendo lenta hacia la felicidad de mi lengua. Que disfruta de un café hirviente en esta tarde de casi invierno que no puedo sentir.

Tribulaciones porque acabo de verte una vez, y estás tan lejos que duele.

Te quiero porque sos puta y buena. Porque sos mía y no puedo abarcarte. Porque te descubren turistas japoneses y los colombianos cantan tangos desafinados... y no puedo verte.

Te quiero porque tenés tilos y tenés noviembre. Y los tilos en noviembre me llenan de un olor que se parece mucho al de la felicidad.

Tal vez estés poniendo flores a una tumba sola. O tal vez estés perdida en un barrio que no es el mio.

Tribulación de no ser más yo... de irme rompiendo en pedazos en una tierra extraña que nunca será la mía. Aunque parezca ser feliz aquí... nada me dará lo que vos me diste.

Personalidad. Pertenencia. Libertad.

No quiero olvidarte... hago fuerza en mi mente para enseñarle a mis neuronas tus luces y sombras, tus espacios y formas.

Ya no te busco. Creo que te he encontrado.

Florencia Abadi

desamor –qué raro sería, le digo, muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez una lluvia que dé señales más claras– hablar me avergüenza de...

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