jueves, 17 de enero de 2013

Fernando Pessoa



Si muero joven


Si muero joven,

sin poder publicar libro ninguno,

sin ver la cara que tienen mis versos

en letra impresa,

pido que, si quisieran tacharse por mi causa,

que no se tachen.

Si así ocurrió, está bien así.

Aunque mis versos no se impriman nunca,

tendrán su belleza si fueran bellos.

Pero no pueden ser bellos

y quedar por imprimir,

porque las raíces pueden estar bajo la tierra

pero las flores florecen al aire libre y a la vista.

Tiene que ser así por fuerza.

Nada lo puede impedir.

Si muero muy joven, oíd esto:

Nunca fui un niño que jugaba.

Fui pagano como el sol y como el agua,

de una religión universal

que solamente los hombres no poseen.

Fui feliz porque no pedí nada,

ni procuré encontrar nada,

ni creí que hubiera más explicación

que el que la palabra explicación

no tenga ningún significado.

No deseé sino estar bajo el sol o la lluvia,

al sol cuando había sol

y bajo la lluvia cuando estaba lloviendo

(y nunca al contrario),

sentir calor y frío y viento,

y no ir más lejos.

Una vez amé, creí que me amarían,

pero no fui amado.

No fui amado por la única gran razón:

porque no podía ser.

Me consolé volviendo al sol y a la lluvia,

y sentándome otra vez a la puerta de casa.

Los campos, al fin, no son tan verdes

para los que son amados

como para los que no lo son.

Sentir es estar distraído.

Florencia Abadi

desamor –qué raro sería, le digo, muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez una lluvia que dé señales más claras– hablar me avergüenza de...

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