lunes, 23 de junio de 2014

Daniel Brofman Aguilar



¿Y si hacemos un Mundial heterogéneo en casa?
Juego libre y nada de fair play. Sin banderas, sólo nuestros cuerpos. Sin himnos, nuestra música alcanza.
Las fases serán inciertas, no hay plan. No habrá público ni nadie jugará por nosotros.
El medio campo está en la entrada donde comienza el juego, el área toda es casi todo; el área chica, las sábanas. Para beber, bebidas varias todas con alcohol, salvo el agua que nunca falta. Y sí, habrá goles, esas muertes pequeñas y dulces que se hacen de a dos y ambos las hablan con susurros y suspiros. 

Y a pesar de que no es competitivo, hay un Gran Premio Gran: no habrá comentaristas ni opinadores. 
Vacantes limitadas.




Fotografía de Arno Rafael Minkkinen.

Florencia Abadi

desamor –qué raro sería, le digo, muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez una lluvia que dé señales más claras– hablar me avergüenza de...

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