lunes, 21 de junio de 2010

José Saramago

No diré:
que el silencio me sofoca y me amordaza.
Callado estoy, callado quedaré,
ya que la lengua que hablo es de otra raza.

Las palabras consumidas se acumulan,
se contienen, cisterna de aguas extinguidas,
penas ácidas en limos transformadas,
fondo vaciado con raíces torcidas.

No diré:
que ni siquiera el esfuerzo de decirlas merecen,
palabras que no digan lo que sé
en este retiro en que no me conocen.

Ni sólo lodos se arrastran, ni sólo limos,
ni sólo animales flotan, muertos, miedos,
turgentes frutos en racimos entretejidos,
en el negro pozo desde donde suben dedos.

Sólo diré,
crispadamente recogido y mudo,
que el que se calla cuando me callé
no podrá morir sin decirlo todo.


(Poema à boca fechada, "Os poemas possíveis", 1981)


Florencia Abadi

desamor –qué raro sería, le digo, muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez una lluvia que dé señales más claras– hablar me avergüenza de...

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