viernes, 13 de agosto de 2010

Andrés Aranda


Bola extra: El Caos

"(...) una masa bastante cruda e indigesta, un bulto sin vida, informe y sin bordes, de semillas discordantes y justamente llamada Caos" Ovidio, 'Las Metamorfosis', I, 7.

El caos. La no-oscuridad. La no-luz.
El encendido cósmico (Y cómico) de la leche de la vía láctea aún en off.
Dicen los etimologistas que el caos en griego es "lo impredecible".

Pero en realidad el Caos, posteriormente, en el lenguaje protoindoeuropeo, significó "hueco", "muy abierto". Y como los idiomas son una convención, y a veces las convenciones no llegan a buen puerto, el caos pasó a ser... el desorden.

El Caos es la complejidad de la causalidad. La génesis de un montón de eventos que se confabulan por alguna razón inexplicada y que tienen (tal vez) la capacidad de desencadenar una serie de acontecimientos más complejos.

El bendito efecto mariposa.
¿Y por qué se llama efecto mariposa? Bueno, Ray Bradbury escribió a mediados del siglo pasado un cuento que se llamó "A sound of thunder".
En ese cuento, dos amigos consiguen viajar en el tiempo. En un momento dado ellos matan a un insecto. Y cuando regresan a su tiempo se dan cuenta de que el mundo es sensiblemente diferente al que conocían.

Ese pequeño cambio había sido suficiente para cambiar el Universo.
Les pido que recuerden esto: un mínimo cambio suficiente para cambiar el universo conocido.
El bicho era una mariposa. Una mariposa surgida del Caos, que era el espacio abierto, la pura extensión ilimitada, el abismo.
Súbitamente, del Caos surgió la primera realidad sólida: Gea, la Tierra.

Fue ella quien dio un sentido y un orden al Caos, al limitarlo, e instaló en él el suelo, escenario de la vida.

El Caos era la primera figura de la creación. El que salió de la nada. Y junto a Nix, Érebo y Tártaro fueron la delantera del primer equipo de deidades.

Las tradiciones órficas eran más optimistas, veían el origen de todo en la noche, en Nix. Aristófanes, en su obra los Pájaros, los representaba de este modo, como aves que copulaban y engendraban nuevos dioses.

Los asirios representaban el Caos a través de un dragón de cuerpo desmembrado llamado Tiamat, a partir de cuyos trozos se formó el universo conocido.

Pero a mí me gusta pensar en esa leyenda tal vez no tan conocida.
Dice así: se cuenta que en el inmenso Caos vivía, solitaria y poderosa, la bella diosa Eurínome. Le gustaba mucho bailar, pero no tenía dónde... vivía en la Nada.

Es jodido querer bailar y no tener nada sólido donde apoyar los pies.

Entonces separó el mar del cielo con un tarugo cósmico. Y empezó a saltar, feliz, sobre esas olas. Fue la primera transformación del caos. Al bailar tanto y tan bien, uno ya sabe, se le empiezan a arrimar curiosos.

El primero que se acercó fue el viento norte. Y la sacó a bailar.

Eurínome abrazó a su fluido compañero y, con manos nerviosas, lo restregó incansablemente, hasta que lo tornó sólido.

Como el universo de esta diosa sólo estaba compuesto por olas y por pasos de baile, naturalmente convirtió el viento en una inmensa onda.

Una serpiente. Ella le puso de nombre Ofión. De ahí la denominación de las serpientes como ofidios.

Ofión se tendió a sus pies y la vio bailar. Y se enamoró de ella. Y mientras la rodeaba con su cuerpo, no pensaron en nada más; y todo volvió a ser caos por un rato. Y la amó, haciéndola engendrar todas las cosas que existen en el mundo.

¿Y qué es el amor más que la degradación de Caos? El poner en orden las piezas sin dejar de ser vulnerables al desamor... el sentir que has llegado a alguna parte aunque no dejes de andar. El estar feliz sólo por el hecho de recibir un beso, de sentirse deseado, de tomar una sopa caliente, de sentirse buscado, y dejarse encontrar.

El Caos, hoy puede ser la vida de cualquiera de nosotros. Algo que surge de la nada, y nos desconcierta. La mentalidad herrumbrosa que nos impide dejar atrás el dolor, la culpa, la anhedonia.

No podemos evitarlo. Es imposible.

Por lo tanto, debemos vivir con eso, manejarlo. El amor no es lo opuesto al Caos. Para nada. El amor es Caos, es desorden, es pérdida del sentido de las prioridades, es terror a perderla, o perderlo; es esa incertidumbre de no saber por qué te han elegido; es esa sensación de no saber si estás haciendo lo correcto, o si estamos dándonos en exceso o siendo avaros con nuestros sentimientos.

Eso es el amor, amigos. Es astucia e idiotez; es insensibilidad y generosidad; es un golpe en plena cara, y una caricia en el pelo. Es querer ser mejor. Es Querer Ser.

El Caos es doloroso, e implacable.

Es como una máquina de esas que están arreglando algo ahí afuera, y que te lobotomiza, y no podemos hacer nada para detenerla. Pero en algún momento el operario se cansa, o llega la hora de comer, o simplemente el trabajo está hecho. Y el sonido se detiene. Y llega la paz, como suele pasar. Eventualmente la molestia acaba. Y uno, no sé si por masoquista o por simplemente ser humano, echa de menos ese ruido de mierda. Hasta que lo supera. Pero nunca lo olvida.

El Caos es doloroso, e implacable.

Pero, en realidad, el origen de todo lo bello está en el Caos. En esa mezcolanza ("mezcolanza", brumosa y bella palabra) de sensaciones, sentimientos, emociones y prohibiciones que dejan que surja algo nuevo.

Hoy mismo, quien suscribe, ve el Caos con sus propios ojos. Y le fascina verlo.

Observarlo de frente y comprender que esa impredecible mixtura de sensaciones puede engendrar algo tan maravilloso como unos ojos que te miran en un momento en que deseás ser mirado, algo tan nefasto como la imposibilidad de dejarse llevar por la felicidad, algo tan delicioso como recordar en cualquier momento y en cualquier lugar que a ella no le gusta quitarse los calcetines para hacer el amor, o que es impulsiva, peligrosa y atrevida. Algo tan insignificante como aquello que dijiste hace semanas y es recordado por el otro. Algo tan doloroso como saber que no se puede estar juntos simplemente "porque no se puede". Al menos hoy.

En fin, el Caos es lisa y llanamente la posibilidad de desdoblarse, y de bailar en la nada. De resistirse a la espantosa sensación de no ir a ninguna parte.

El Caos es, y a vos te estoy hablando esta vez.

Sí, a vos: El Caos es la razón por la que te he elegido.
Y vamos a salir de él.

Y por supuesto, será bailando.

[Publicado por el autor el 9 de Agosto de 2010]

Florencia Abadi

desamor –qué raro sería, le digo, muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez una lluvia que dé señales más claras– hablar me avergüenza de...

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