lunes, 13 de diciembre de 2010

Oscar Wilde

Mi voz

En este mundo inquieto, moderno, apresurado,
tomamos todo aquello que nuestro corazón deseaba -tú y yo,
y ahora las velas blancas de nuestro barco están arriadas
y agotada la carga del navío.

Por ello, prematuras, empalidecen mis mejillas,
pues el llorar es mi contento huido
y el dolor ha apagado el rosa de mi boca
y la ruina corre las cortinas de mi lecho.


Pero toda esta vida atiborrada ha sido para ti
solamente una lira, un laúd, el encanto sutildel violoncello, la música del mar
que duerme, mímico eco, en su concha marina.



Versión de E. Caracciolo Trejo
Edición de Libros Río Nuevo 2001

Florencia Abadi

desamor –qué raro sería, le digo, muchas vidas que se vuelvan lúcidas a la vez una lluvia que dé señales más claras– hablar me avergüenza de...

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