¿Alguna vez te despertaste en la mañana con mil sueños imposibles atragantados en la garganta? ¿Nunca quisiste prenderle fuego a tu vida y salir corriendo hacia una nueva aurora, hacia un nuevo universo? ¿Nunca sentiste hervir tu sangre con el deseo de correr y correr, durante días y días, hacia el pasado o hacia el futuro, como si el presente no fuera más que una trampa que te estuviese conduciendo hacia una muerte que no es la tuya? ¿Nunca conseguiste lo que querías y de pronto una mañana te despertaste y lo repudiaste, o descubriste que era sólo la antesala de otra cosa aún invisible? ¿Nunca te despertaste sin saber quién eras ni qué querías, pues todos los sueños que siempre te habías contado se desvanecían una vez cumplidos, y demasiados caminos se abrían delante tuyo como para que pudieras tomar uno solo? ¿Nunca regresaste de un pequeño viaje y soñaste con uno mucho más largo e infinito, sabiendo al mismo tiempo que todo nuevo viaje no es para vos más que desazón constante y pérdida perturbadora de tu centro de gravedad? ¿Que una y otra vez habrás de abandonar lo único que te mantiene entero, y volver a empezar de cero una y mil veces?
L’ultimo bacio, cerchi riparo fraterno conforto, tendi le braccia allo specchio, ti muovi a stento e con sguardo severo, di quei violini suonati dal vento, l'ultimo bacio brucia sul viso come gocce di limone, l'eroico coraggio di un feroce addio, ma sono lacrime mentre piove piove, mentre piove piove . . .
viernes, 27 de julio de 2012
Florencia Abadi
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